Una casa de hormigón en Bélgica por Bruno Erpicum
Bruno Erpicum ha reformado una casa en la campiña belga ampliando su espacio y dotándola de confort actual, pero preservando su esencia original: un abrigo atravesado por el paisaje
Las butacas BKF de lana roja, negra y blanca –distribuidas en la terraza y al borde de la piscina– se ven desde lejos. La casa, construida en 1975, ha sido radicalmente transformada por el estudio de arquitectura de Bruno Erpicum. Fue el paisaje des- lumbrante de este enclave, en plena campiña belga, el factor que enamoró a los propietarios: de ahí que, al margen de las muy bienvenidas reformas, deseaban que la casa no perdiera su aura de refugio atravesado por el paisaje. Y eso puede apreciarse desde lo alto del terreno, cuando vemos –detrás de una cortina de ramas– el tejado y la estructura de hormigón, los interiores abiertos y, más allá (a través y por encima), un campo de hierbas silvestres y un contorno montañoso. Desde allí también vemos, por primera vez, los sillones rojos y blancos.
El edificio actúa como un “puente” (“el puente de la visión”, decía el pintor Delacroix) para el tránsito de la mirada a través del paisaje. En el interior, los salones se reorganizan en el centro de la composición, las habitaciones infantiles se sitúan al este y el dormitorio principal, al oeste. La reforma ha aportado los ingredientes precisos de diseño y sofisticación tecnológica para que la transformación les parezca a los propietarios “cosa de magia”. La magia de la arquitectura ha operado a través de gestos en el espacio, como el techo –losa de hormigón visto–, que ha ganado 13 cm de altura. El suelo es de una sobria continuidad gris, pautado por columnas metálicas, a lo largo de un luminoso pasillo lateral. Un círculo de sillas en rojo y castaño claro (diseño de Arne Jacobsen) acompañan la redondez de la mesa de hormigón fabricada allí mismo. “Sentados en la terraza en un sillón rojo, las horas desaparecen, el aburrimiento se evapora. El viento, las nubes y los pájaros nos distraen”, se complacen en decir los propietarios. En la cocina, las cestas rebosan de los frutos del propio huerto, la chimenea está encendida, la leña bien apilada...