Con espíritu innovador no hay materiales pasados de moda. El estudio (ma!ca) lo demuestra en la reforma de esta casa en Montpellier, que se ha centrado en torno a dos grandes intervenciones. En primer lugar, los arquitectos han vaciado por dentro el edificio original, pobremente iluminado en su nivel inferior por culpa de la excesiva compartimentación anterior. Muros de carga y tabiques han sido derribados y sustituidos por una estructura de vigas portantes que ahora permite que el espacio respire, y más gracias al predominio del color blanco en las superficies. En segundo lugar, han incorporado un volumen de ladrillos que se proyecta en el jardín y aloja la cocina abierta. Pero en lugar de hacerlo de un modo convencional han creado un lenguaje gráfico imaginativo punteando la fachada con ladrillos que sobresalen, abriendo huecos de formato vertical y contrastando la tonalidad terracota con el azul verdoso de la carpintería metálica exterior. Con estos gestos tan sencillos, la reforma ha ganado en calidad estética y arquitectónica.