El sol le arranca los colores más vivos a la piedra de esta casa de campo situada en Mallorca, en un paraje llano dedicado tradicionalmente a la agricultura y la cría de caballos, no lejos del mar. El diseñador alemán Thomas Niederste-Werbeck, afincado en la isla, abordó con entusiasmo el encargo de una pareja de compatriotas ilusionados con el cascarón abandonado recién descubierto.
El estudio de arquitectura AEIOU diseñó la nueva casa; esta se dejó hasta que se encontró un comprador y luego se completó. Para Thomas era un escenario que le permitía desplegar su mayor pasión como interiorista: la relación de los materiales con la naturaleza. La tipología de casa de campo tradicional perdura en el exterior, pero los interiores son amplios y luminosos. El relato de Thomas nos guía: "Entras en la casa por la gran puerta de dos hojas y encuentras el impresionante vestíbulo con la escalera de ladrillo. Desde allí, el eje visual apunta al jardín. En el salón comedor con chimenea, dos kílims antiguos inspiraron (cuenta) el mobiliario y los colores: tonos picantes de azafrán, canela y pimentón rojo, y los neutros de la piedra. El interiorista atribuye influjos de la estética nipona wabi sabi ("el concepto de la percepción de la belleza", aclara) en el estilo de su trabajo, y la colección de cerámica mallorquina moderna de los propietarios ocupa un lugar casi orgánico en la atmósfera serena que irradia la casa. El arquitecto paisajista inglés Mark Whiting ha diseñado el jardín, con los viejos algarrobos como cúpulas de sombra, y, más allá del césped y la piscina, plantaciones nuevas bien colocadas entre los largos muros de piedra que estructuran la parcela y crean estimulantes perspectivas para el ojo tanto mediterráneo como wabi sabi.