Una "casa cueva" de arquitectura ausente en la que sentirse protegido

A la hora de llevar a cabo el proyecto, para el estudio fue especialmente importante que la arquitectura fuese algo que no se percibiese a primera vista, algo oculto, que te sorprendiese. "Que de repente te encontraras unos muros y que este descubrimiento de algunos elementos muy sutiles pero contundentes te dijeran que algo ocurre ahí", nos cuentan.

Para acceder a la "cueva" hay que pasar por un pasillo muy largo, que es parte de la experiencia.

Una casa cueva de arquitectura ausente en la que sentirse protegido

El camino es lo suficientemente ancho para caminar cómodamente solo, pero lo suficientemente estrecho como para desalentar el acompañamiento. El visitante se lanza a una peregrinación de soledad que conduce a un viejo árbol con una presencia tan significativa que fue necesario distorsionar la linealidad de uno de los muros con una suave curva para poder pasar junto a él.

Después de cruzar el umbral del árbol, bajar unos sólidos escalones de piedra perlada y abrir una pesada puerta de acero, se levanta una bóveda de hormigón que soporta las cargas de la sábana verde que descansa sobre ella.

En el lado derecho se abren más tímidamente a un patio con vista a la copa de los árboles y al cielo.

El pavimento enfatiza un aroma a madera que se percibe al estar rodeado de pinos, aportando equilibrio a la fría temperatura del hormigón; y finalmente, acero que, con el tiempo y las lluvias, adquiere apariencia de corteza de árbol.

Al mismo tiempo, este proyecto genera una continuidad en la hermosa superficie habitable alrededor del terreno, formando un nuevo cerro en un lugar ya rodeado de muchos.