En Portugal se toman las casas de campo muy en serio

En la Casa Cercal, el tiempo y el espacio no son dimensiones separadas sino más bien interdependientes. Existe el tiempo que corresponde a los ciclos de la naturaleza, el tiempo de quién habita el lugar y el espacio que está formado por la casa. El Alentejo, el lugar donde se encuentra la casa, también es un desafío. Como decía el escritor portugués Miguel Torga, representa: el máximo y el mínimo al que podemos aspirar: el desierto de un sueño infinito y la realidad de un suelo agotado.

La Casa Cercal es, por lo tanto, una propuesta que explora las posibilidades de un nuevo tiempo y espacio en un lugar también marcado y alterado por la novedad de la casa, deseando en última instancia construir un compromiso renovado entre el hombre y el paisaje. Ubicada en un terreno cuya morfología está condicionada por un ligero río, la casa se planta en una de las laderas junto a los restos de una antigua construcción.

La búsqueda de la posición correcta y la orientación solar, en paralelo con una volumetría que busca un diálogo hábil con la pendiente y el mejor horizonte visual, sintetizan las principales pautas de la estrategia de intervención. Además, el proyecto buscó apelar al arquetipo tradicional de la casa como una estructura que lleva una memoria sólida y como un soporte para nuevas manipulaciones formales e interpretaciones espaciales. El uso predominante del color blanco en paredes y pisos contrasta con el "azul alentejo", utilizado en elementos transitorios y ligeros como la puerta de acceso a la casa.

Se introducen patios como elemento de luz y reflexión en el interior, duplicando los espacios exteriores con una vocación más íntima. La distribución funcional del programa considera el área social como el centro de la casa, alrededor del cual se organizan el resto de espacios, de acceso más restringido. El porche expande los límites de la casa y el horizonte.