El paisaje campestre de Menorca como una obra de arte

La arquitecta y diseñadora Marina Senabre crea esta casa de campo en Menorca, entre tradición y modernidad, donde se fomenta la proporción y la simplicidad formal alejada de artificios.

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Vista general del terreno con el paisaje campestres

En medio de un paraje natural en Es Mercadal, en pleno corazón de la isla de Menorca, se ubica esta vivienda proyectada por la arquitecta local Marina Senabre.   

Vista superior de los dos volúmenes de la casa con entorno natural

La vivienda se plantea como una conversación entre dos piezas arquitectónicas. Dos volúmenes que representan la tradición de las construcciones típicas menorquinas y a la vez las corrientes de estilo contemporáneo. 

Exterior con muro de piedra y zona ajardinada

Rodeando todo el perímetro de la vivienda se alza un muro a media altura en piedra seca, carácterísco del campo menorquín con el que tradicionalmente se delimitaba y protegía a la parcela de tierra de los fuertes vientos que podían azotar en la zona. 

Exterior de las dos edificaciones con zona ajardinada y piscina

Una pequeña pieza a dos aguas y un prisma rectangular de mayores dimensiones se miran y dialogan gracias al lenguaje que ambos utilizan: la composición y la estética.

Exterior fachada con ventana cuadrada y piscina

El contraste entre la pureza de la geometría y la naturaleza sinuosa que envuelve a la vivienda es igualmente importante, a la vez que se acompaña de una piscina que permiter refrescarse cuando las temperaturas propias del verano invitan a refrescarse. 

Camino en hormigón hacia entrada a vivienda encalada con perfiles de madera e iluminación encastrada

El volumen plano alberga la vivienda principal que se organiza a través de espacios fluidos que conectan entre sí y donde se dan cabida la cocina, el comedor y el salón, junto con la habitación, el estudio y el baño.

Salón con mesa de centro de madera envejecida y sofá en tonos crudos

El interior de la vivienda se ha diseñado para reflejar la pureza formal, de estilo minimalista, propia de la arquitectura contemporánea, a la vez que la dota de calidez, a través del empleo de materiales tradicionales y de inspiración artesanal.

Mesa de comedor de madera con asientos en madera y fibra natural y butaca con apoyacabezas de piel

En el conjunto de ambientes de la casa se han empleado materiales continuos que cubren superficies horizontales y verticales, como cemento pulido o yeso, que se acompañan en todo momento de elementos autóctonos, como la carpintería en madera natural.

Frontal de cocina con amplia isla central y zona de almacenaje en pared

El campo menorquín consigue entrar en la casa a través de las grandes aperturas cuadradas, como obras de arte en la pared que la enlazan completamente al territorio.

Detalle encimera de la isla de cocina con tabla de madera para cortar

La cocina está presidida por una amplia isla central de trabajo donde se combinan los frentes de armario en blanco con electrodomésticos y grifería en acabado acero inoxidable. 

Aperturas en fachada con perfilería de madera y cierre corredero

Las diferentes estancias conectan a su vez con el exterior mediante grandes aperturas y patios interiores, que articulan e iluminan las zonas más privadas de la vivienda.

Puerta de acceso con camino de entrada en hormigón, perfilería en madera

La arquitectura parece posarse sobre el paisaje de forma respetuosa, integrándose y destacando al mismo tiempo, a la vez que establece un juego entre el interior de la vivienda y el exterior del paisaje que se desdibuja en ciertos momentos.

Interior dormitorio en blanco, con grandes cerramientos y vistas al exterior

No hay lugar para el ornamento, la casa pone en valor el concepto, la proporción y la sencillez, como bien se aprecia en estancias como el dormitorio principal, apenas equipado, más allá de los elementos necesarios y poniendo especial hincapié en el entorno. 

Detalle de mesilla de noche de dormitorio junto a cama

Apenas la cama y una pequeña mesilla de noche, todo de madera, viste la estancia a partir de formas puras y líneas rectas que aportan calidez a una estancia luminosa y de ambiente sereno. 

Exterior de caseta con ventana cuadrada y piscina con piedra de canto rodado alrededor

La pieza pequeña actúa como pabellón auxiliar y contiene, por un lado, una habitación para invitados y, por el otro, un espacio donde practicar deporte y una pequeña piscina interior.

Interior de bañera de obra con amplia apertura en fachada

La piscina interior se convierte en un pequeño refugio acuático, un lugar completamente en contacto con el paisaje para relajarse y contemplar el campo menorquín.

Detalle de escaleras en bañera

La piscina encalada incluye unas escaleras de obra para su cómodo acceso y proyecta un actractivo azul turquesa que contrasta con el paisaje campestre del exterior.

Detalle de bañera interior de obra encalada

La piscina, de poca profundidad, incluye una fuente en miniatura decorada con rocas que evoca una sensación de paz y calma. 

Detalle de fachada encalada y perfil de madera

Las puertas y los marcos de las ventanas están formados por tablones de madera, dispuestos para capturar la escena del paisaje circundante.

Vista exterior nocturan con iluminación exterior indirecta en fachada

La casa se mantiene lo más discreta y respetuosa con el entorno y, por ello, se iluminan únicamente las zonas donde resulta funcionalmente necesario.

Enclavada en un idílico paraje natural de la isla de Menorca, esta vivienda unifamiliar, de esencia tradicional y estilo minimalista, se estructura a partir de dos volúmenes blancos provistos de grandes aberturas. La vivienda, diseñada por la arquitecta y diseñadora gráfica Marina Senabre, consta de un edificio rectangular con un tejado plano de grava, y una unidad a dos aguas, más pequeña, coronada con tejas de terracota recicladas. Senabre, con oficinas en varias ciudades españolas, entre ellas Ciutadella, en Menorca, y Barcelona, busca con este proyecto jugar con la dualidad de tradición y vanguardia, a partir de elementos y técnicas artesanales que conviven con una estética y una disposición espacial propias del siglo XXI.

La dos estructuras encaladas, una frente a otra, establecen un diálogo pausado en cuyo interior se impone la sencillez formal, la proporción y el equilibrio geométrico a partir de un interiorismo minimalista. Pálidos suelos continuos, carpintería en madera y un mobiliario sencillo y conciso, visten a unos interiores que en todo momento conectan con exterior a partir de grandes aperturas en fachada. Si bien el volumen más grande aglutina toda la zona de día, junto con dormitorio, baño y estudio, el menor contiene otro segundo dormitorio, para invitados, un espacio para practicar deporte y una pequeña piscina cubierta. Las dos construcciones conectan a través de senderos de hormigón y grava y se acompañan de una piscina exterior que se extiende a lo largo de ambas piezas arquitectónicas.

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