Un camino entre arces, robles y abedules de gran altura desemboca en un pequeño claro en pendiente para revelar esta casa-estudio en medio de las montañas Catskills, al noroeste del estado de Nueva York. El diseño de la arquitecta María Milans del Bosch minimiza el impacto en el terreno con un volumen estrecho y largo de 7,2 x 17,6 metros cuya cubierta a un agua se orienta sucesivamente en sentidos opuestos. La fachada se ha revestido con cedro carbonizado mediante la técnica japonesa Shou Sugi Ban, que da a la madera mayor resistencia al agua, al fuego y a los insectos sin ningún tipo de mantenimiento. Además, el envejecimiento del cedro carbonizado con el paso del tiempo y de los elementos entra en sintonía con el bosque. De esta forma, la casa es una caja de resonancia que intensifica la experiencia del exterior en el interior: la implantación en el terreno, su volumetría y materialidad expresan la vocación del lugar en la materia.