Desde esta cresta elevada sobre el ordo –estamos en la península de Malangen, al norte de Noruega– el paisaje se impone de una manera abrumadora.
La entrada al conjunto de volúmenes que componen este refugio nórdico es un espacio abierto, situado en la zona central, sobre una plataforma natural del terreno. El diseño conceptual de Snorre Stinessen, a base de volúmenes individuales conectados por la zona central y las intermedias, se debe al proyecto de vida de los clientes: una familia con niños deseosa de alojar a parientes y amigos, de un modo que permitiera a todos el disfrute de espacios privados y de áreas sociales donde pudieran desarrollarse varias actividades al mismo tiempo.
Los volúmenes añaden una capa de intimidad a las habitaciones y las zonas intermedias aportan escenarios singulares –entre el exterior y el interior, entre el paisaje y el refugio– para la transición y para momentos de recreo compartido.
La madera es el material que reviste los volúmenes, tanto en sus interiores como en sus fachadas. Los paneles de cedro han sido tratados con sulfato de hierro durante meses, antes del ensamblaje, para lograr una pátina uniforme en todas las superficies de la casa, al margen de su grado de exposición al aire libre.
El argumento fundamental del proyecto de Snorre Stinessen, que consiste justamente en esta alternancia entre volúmenes cerrados y zonas intermedias, tiene también el valor bioambiental de crear diferencias de temperatura y permitir un uso muy controlado de la energía. Contemplado desde el sur, en ese punto bello y frío del planeta el tema de la temperatura aparece asociado al paisaje, envolviendo ensoñaciones de nieve y auroras boreales, y este refugio compuesto por cálidas cápsulas individuales y espacios comunes luminosos con ilimitadas vistas al ordo colma, sin duda, los deseos de sus propietarios y de lejanos admira- dores de estas imágenes que lo ilustran.
Desde el espacio abierto de la cocina y la sala de estar, situado a un nivel ligeramente inferior, las vistas al ordo al atardecer, cuando el sol declina, son tan grandiosas y cambiantes que producen a veces un silencio reverencial y otras una retahíla de exclamaciones celebratorias. Según la época del año, los usos del espacio y la relación con el paisaje varían, y la arquitectura proporciona los escenarios ideales. Desde la cocina, se facilita una salida exclusiva que conduce al área exterior, orientada al sur, donde la familia suele disponer sus cenas de verano.
Una última mirada a la composición del conjunto nos indica hasta qué punto ha sido elaborado un diálogo visual con el paisaje, a través de las líneas inclinadas de los volúmenes y el tratamiento de la madera. Madera que –es justo resaltarlo– proviene de fuentes sostenibles, donde los árboles se reponen o mantienen con criterio ecológico. Y, cuando la nieve todo lo cubre, el roble interior es el mejor abrigo.