Es una casa sobria, elegante, con vistas al delta del río Llobregat, en Barcelona. Una casa proyectada por Francisco Oliva basada en la racionalidad de lo funcional, en el uso estratégico del espacio y de la luz, en el dibujo de perspectivas visuales entre las áreas interiores y hacia el exterior.
El acento del proyecto está colocado en la organización de las plantas y las secciones de la vivienda. En el nivel inferior se ha ubicado la zona común; en el intermedio, las habitaciones infantiles, y, en la planta superior, la suite principal. "Los volúmenes se conforman con las maclas de prismas de acero y piedra, generando unas tensiones que expresan el equilibrio entre lo masculino y lo femenino", explica el arquitecto.
Un equilibrio entre formas y atmósferas que tiene quizá su óptima manifestación en la ubicación de la piscina en la planta baja, diseñada como elemento tanto interior como del jardín, permitiendo su uso invernal en una zona chill-out.
Destaca el carácter diáfano de cada planta que, al proyectar sus visuales hasta los límites de la vivienda, atrapa retazos del paisaje y los incorpora a su repertorio de planos de fondo.
La vivienda lo es de modo absoluto en términos funcionales, pero se presenta, también, como una colección viva de "cuadros" en que aparecen, sosegadamente integradas, imágenes de interiores y del jardín. En gran medida, este efecto está logrado gracias a que las tres plantas se comunican visualmente a través de dobles espacios, con transparencias verticales que los funden y a la vez los expanden.
El proyecto arquitectónico ha encontrado en el interiorismo de Susana Hoffmann, más que un complemento, una interpretación, un acabado estético y emocional, una elaboración cromática y volumétrica de los vínculos entre las estancias y el jardín.
Los muebles, hechos a medida, son en general bajos, para agrandar el espacio o, mejor dicho, para no entorpecerlo o perturbarlo con interferencias demasiado llamativas y poco relajantes.
La paleta cromática es reducida y eficaz: tonos grises y ocres, cojines de un verde azulado o verde oscuro, "como el de la hoja perenne", dice Susana. Porque su intención ha sido la de colorear los interiores con los tonos estacionales del jardín.