El nombre de esta casa –pájaros carpinteros (woodpeckers)– alude a todo un género de la poesía bucólica inglesa, y expresa el gusto de sus propietarios y los rasgos del paisaje. Estamos en los aledaños boscosos de un parque nacional, en la costa sur de Inglaterra, y la casa se ha construido sobre la base de un chalet de dos plantas de los años treinta, con un jardín muy arbolado. Mucha madera, para alimentar el toc-toc incesante de los pájaros carpinteros.
Acostumbrados por sus profesiones a la ajetreada vida londinense, los propietarios deseaban una casa de aire contemporáneo, que les sirviera de descanso durante los fines de semana, pero que pudiera, en un futuro, convertirse en residencia permanente. Y que fuera, además de moderna en sus formas, vigorosa y contundente, capaz de albergar a la pareja y sus dos perros, partícipes del entusiasmo por las aventuras e informalidades de la vida al aire libre. Su vinculación con el mundo del diseño hizo de sus aspiraciones estéticas y funcionales un reto creativo para los autores del proyecto, el estudio Ström Architects.
La construcción se asienta sobre un leve podio de ladrillos que genera una entrada elevada y amplias terrazas alrededor de la casa. Ese zócalo la mantiene, a su vez, completamente a salvo de las inundaciones que cubren a veces las zonas pantanosas del jardín. La vivienda está compuesta de dos plantas –la superior, levemente retirada respecto de la inferior– de aspecto similar, con generosas aberturas acristaladas y muros revestidos con paneles de madera de alerce de junta abierta sin tratar, y la adición de un volumen delgado, blanco y vertical que alberga la chimenea uniendo ambos niveles y elevándose hacia la altura de los árboles.
Los autores del proyecto presentaron a los clientes un pormenorizado plan de distribución de los espacios, buscando un cómodo equilibrio entre las zonas sociales, las de descanso, las privadas y las destinadas a los huéspedes. La sobriedad del diseño escandinavo que armoniza los ambientes y la selección de muebles de mediados del siglo xx caracterizan el interiorismo, embelleciendo con medida discreción la simplicidad de las líneas puras, la honestidad de los procedimientos constructivos. Así como los pájaros que picotean los troncos de los árboles, también los arquitectos, los dueños de la casa y los artesanos han trabajado, a toda hora, en la madera y demás materiales (“modestos”, los califica la memoria del estudio) hasta crear una casa bella, sobria, cálida y poblada de objetos entrañables gracias a lo justo de su diseño, que los hace imperecederos.