Esta casa clásica y moderna a la vez que nos llega de Amberes (Bélgica) es fruto de un amor largamente cultivado por parte de su arquitecto y en su día residente, Vincent van Duysen. Un amor alimentado a lo largo de los años, al pasar cada día por delante de su fachada con ventanales neoclásicos que, detrás de su piel avejentada cubierta de grafitis, se mostraba majestuosa e, incluso, misteriosa. Con lo cual se demostraría que el amor no es ciego como reza la expresión, sino que sabe ver detrás de lo aparente. "La casa era muy, muy fea, al menos lo parecía en su estado de abandono, con sus paredes y suelos cubiertos por un palimpsesto de linóleos y otros materiales aplicados en sucesivas e igualmente horribles renovaciones anteriores", nos dice Van Duysen. El arquitecto podía ver los restos de una casa señorial detrás de la piel sucia, a partir de la pulcritud y un buen gusto no sectario, por así decir.
Cuando compró la casa y planeó sus reformas, Van Duysen ya era un profesional conocido por el amplio espectro que abarca como diseñador: desde picaportes hasta rascacielos. El mobiliario no es fruto de una elección tardía o apresurada: lassoluciones decorativas son, para él, simultáneas a la creación de los espacios. Un trabajo minucioso de restauración recuperó la fachada blanca, a la que se añadió una imponente puerta pintada en negro brillante.
Después de muchas noches sin dormir (según él mismo cuenta) pensando en qué hacer con la escalera, finalmente decidió dejarla tal cual, con toda su elegancia recuperada, pero reelaborando el espacio alrededor a fin de bañarla con luz natural. A continuación, convirtió una serie de pequeños despachos en una gran sala de estar, con suelo de madera y paredes estucadas, con una escultura abstracta, con mesas de roble y una fila de ventanas que dan una atmósfera monástica a esta zona social de la casa. El pato interior (que fue descubierto mientras se limpiaba la casa de escombros) pintado de blanco proyecta una buena cantidad de luz, a través de las cristaleras, a los espacios adyacentes.
Tanto en la planta baja como en el nivel superior, la elección cromática(en paredes, alfombras, cortinas, tapizados...) es de un refinamiento en absoluto pretencioso sino amable en la textura de los materiales y en la combinación delicada de las tonalidades. Entre paredes y estanterías blancas, el chocolate oscuro juega con los grises claros. El mismo chocolate, asociado con blanco y ocres. Fotografías del apolíneo Robert Mapplethorpe y un televisor que desaparece en una pared negra subrayan el acomodo de la casa en tiempo presente.