Como si fuera una planta dotada de toda la astucia genética para trepar en busca del sol vivificador, esta casa se ha negado a conformarse con el obstáculo visual que imponían sus vecinas más altas. El estudio Wiel Arets Architects ha optado, al definir este proyecto radicado en Marbella, por una piscina voladiza situada en la azotea, desde donde es posible ver el mar y la playa mientras uno nada o toma el sol. La piscina es de vaso desbordante, tiene un fondo de cristal y una ventana panorámica en su límite interior.
Es en verdad extraordinario el vibrante efectismo de esta solución: los nadadores pueden (además de ver el paisaje) saludar a quienes laboran en la cocina, y quienes cocinan (gracias a la ventana mencionada) pueden observar el salón, cuya terraza se extiende justo debajo de la piscina. Se trata, sin duda, de una vivienda muy entretenida.
La circulación se ha organizado mediante lo que los autores del proyecto denominan escaleras “rápida” y “lenta”. Envuelta en vidrio, la primera nos lleva directamente desde el exterior a la terraza, y como está físicamente separada del interior es posible desprenderse allí de toda la arena y la ropa mojada, de vuelta de la playa. Por su parte, con una huella larga y una corta contrahuella, la escalera “lenta” se extiende por la casa desde el suelo hasta el techo y aunque se encuentre en el interior se abre hacia fuera, amplificando el espacio.
Pero hay todavía más atractivos visuales, auspiciados por el modelo arquitectónico elegido. Sobre todo gracias al modo en que la luz del resplandeciente sol mediterráneo penetra filtrada a través del suelo transparente de la piscina, proyectando ondas turquesas de reflejos iridiscentes en toda la casa. La estructura de este edificio es de hormigón blanco vertido directamente al sitio. La luz impregna todas las estancias porque cuando la pared no ha sido construida de hormigón lo es de cristal transparente. Incluso los múltiples armarios, que colman los dormitorios opuestos al pasillo, están terminados con cristal para acentuar la estrategia difusora del sol.
El estudio destaca la importancia de este material en la filosofía del proyecto: “Los paneles de vidrio de gran tamaño se doblan como un acordeón y son continuos a la zona de entretenimiento; cuando se abren, expanden numerosas áreas del salón, aumentando su tamaño casi el doble”. Al visitante que abandona esta vivienda –llamada Casa Medusa– después de una jornada de ociosidad al lado de amigos y de zambullidas en las ondas turquesa de la piscina aérea, le cuesta despedirse de estas visiones entre domésticas y oníricas, cambiantes, vanguardistas y a la vez ancladas en la vieja pasión del Mediterráneo por el mar, la luz y el sol.