Todo el escenario combina un conocimiento profundo acerca del agua y una gran sabiduría en la creación de espacios domésticos precisos y armoniosos. En esta casa, sobre los acantilados del levante de la isla de Ibiza, el paisaje de pura agua no se divisa a lo lejos a través de una ventana, sino que nos rodea por todas partes, desde la punta de los pies hasta el punto más lejano que pueda alcanzar nuestra mirada.
No se trata de una vivienda original, sino de la adaptación de una casa construida en los años sesenta y que realizó el estudio Planas-Torres & Asociados a partir de una proyecto original de Saenz de Oiza Arquitectos. La intervención consistió sobre todo -aparte de la renovación y modernización de instalaciones y equipamientos- en abrir la casa a la luz y al mar.
La habitación principal, situada en la planta baja, junto con amplias zonas de estar y el comedor, es un amplio mirador al sol naciente con el balcón volado sobre el acantilado donde los dueños de la casa suelen cumplir con el ritual de un desayuno glorioso ante el espectáculo de las olas. El vestíbulo de entrada no enseña, ni deja entrever el resto de la vivienda: es un espacio de escasa altura, con un muro recubierto de piedra caralaja, una losa de hormigón visto y una puerta de acero inoxidable de una sola hoja. Más allá se abren las extensas zonas que miran a poniente y la generosa terraza que es un ritmado pórtico a la piscina. La chimenea, de acero cortén, es uno de los frentes opacos, como los que delimitan el comedor, que solo se abre en una de sus caras.
En el nivel inferior se desarrollan las habitaciones, todas ellas con vestidor y baño y abiertas al exterior para que participen del paisaje, así como la cocina y el lavadero; abierto a un patio casi cerrado. Un pequeño salón en la zona central de ese nivel hace las veces de distribuidor entre las habitaciones y funciona como un preámbulo a la amplia terraza cubierta que, a su vez, es el pórtico de la zona de la piscina.
Uno de los aspectos más notables del proyecto es el tratamiento de las distintas zonas exteriores, con varias terrazas y tres áreas con pérgola que se han creado aprovechando la orografía del terreno y que cumplen distintas funciones: mirador, comedor de verano provisto de barbacoa y remanso de paz junto a la zona de juegos. Los elementos de jardinería son mínimos: una franja en el lado norte de la piscina para dar una cierta intimidad respecto al vial de acceso, y un grupo de palmeras junto a la piscina; el resto es simple bosque podado y cuidado.
El recorrido finaliza volviendo al elemento acuático por su potente presencia. El vaso desbordante de la piscina hace que el agua de esta se funda con la del mar sin que las ligeras barandillas de acero inoxidable y cristal supongan ningún obstáculo. Y el suelo de la terraza parece, también, transformarse en playa.