La sostenibilidad, el bioclimatismo, las energías renovables y el uso de materiales naturales aplicados con elegancia definen el trabajo del estudio Zest Architecture liderado por Co Govers. Más allá del atractivo estético, sus proyectos siempre destilan la preocupación por una arquitectura con mínima huella ambiental y atenta al entorno.
El caso que nos ocupa no es diferente. A pesar de localizarse en Barcelona –las ciudades siempre son complicadas para crear una arquitectura auténticamente bioclimática, debido a los imponderables que plantean la disposición de la trama urbana y la densidad de edificación–, la casa contaba con la ventaja de ubicarse en una de las colinas de la capital catalana, en el barrio del Coll –que junto con El Carmelo y el Turó de la Rovira compone el Parc dels Tres Turons o parque de los tres cerros– y de ser una construcción aislada. Por la época en que se construyó, en la década de los cincuenta, la zona era un suburbio a las afueras de Barcelona poblado por viviendas unifamiliares. A pesar de formar ya parte consolidada de la ciudad, el barrio todavía conserva cierta atmósfera tranquila de las villas rurales.
El desafío al que se enfrentó el estudio era mantener algo del encanto original de la casa, que tenía algunas características muy especiales y era muy rica en los detalles –fruto del espíritu creativo de su propietario original, un artista local–, pero adaptándola a las necesidades y al gusto de los nuevos dueños. La construcción necesitaba una rehabilitación general y que se reemplazara todo el cableado y las tuberías de agua.
Zest decidió apuntar alto (clasificación A en la etiqueta de consumo de energía) con el aislamiento completo de la fachada utilizando un sistema de aislamiento térmico exterior (SATE), con un acabado en gris oscuro. La fachada de la planta baja, que tenía un acabado original de piedra local, se aisló por el interior. Tanto la cubierta como la planta baja también se aislaron térmicamente.
La calefacción funciona mediante un sistema de geotermia de pozos verticales. En la planta baja y en los baños se utiliza suelo radiante y en las plantas superiores se reutilizan los antiguos radiadores de hierro fundido existentes en la casa. Todas las ventanas se substituyen por unas nuevas de roble macizo, con doble acristalamiento de alto rendimiento y con protección solar exterior. Entre los planes de futuro de los propietarios, se encuentra añadir una instalación fotovoltaica en la cubierta perfectamente inclinada, una vez que la normativa y el sistema tributario españoles lo conviertan en una opción viable. La casa se controla mediante un sistema domótico de la firma Gira, para facilitar la gestión de la calefacción, iluminación, alarma y protección solar.
Solo hubo una zona donde fue imposible substituir el antiguo cableado y que se alimentaba desde el exterior: el increíble vestíbulo de entrada, una obra original realizada por el primer propietario y diseñador de la casa. Este espacio cuenta con un techo dorado de paneles tridimensionales, esculturas de árboles directamente talladas en las paredes y un maravilloso vitral con una escultura de Sant Jordi, patrón de los catalanes.
La distribución de la casa se modificó en algunos lugares, para adaptarse a las necesidades de los nuevos propietarios, como en todos los baños y en la cocina. Se instalaron ventanas nuevas o más grandes cuando era necesario, incluyendo un acceso adicional al jardín desde el comedor. La valla de acero cortén de estilo orgánico también fue un diseño de Zest, inspirada en las esculturas de los árboles en el vestíbulo de entrada.