Si no te puedes permitir una obra de arte, quizás puedas vivir en una. ¿Qué cómo se consigue llevar a cabo semejante idea? Convirtiendo tu casa, por muy pequeña que sea, en una obra artística total donde la alquimia de lo tangible (los materiales) conjuguen perfectamente con lo intangible (la luz, el ambiente, y ese je ne sais quoi que a veces transmiten algunos espacios).
Las modas pasan, pero el estilo permanece, ya lo dijo Coco Chanel, así que tratemos de ceñirnos a esta máxima, cuya aplicación es válida tanto para vestir los cuerpos como lo es para vestir las casas. Y en el caso concreto de esta vivienda el estilo viene definido por una paleta de materiales con sofisticados acabados, que conviven con clásicos del diseño y con piezas "a medida" para crear y forjar una atmósfera muy particular, entre lo visual y lo emocional. Y todo eso en 37 metros cuadrados; sin lugar a dudas, la esencia más pura va en frasco pequeño.
Las sillas Circle de Overgaard & Dyrman aportan un juego de geometrías y materiales: cada silla es altamente personalizable, con asiento y respaldo de cuero o tela, apoyabrazos de cordón de cuero o hilo de latón y estructura de roble o nogal. En la pared, a modo de escultura, el sistema de sonido Beolab 18 de Bang &Olufsen, en alumino negro.
El lenguaje pictórico ha servido como fuente de inspiración para Puntofilipino, un estudio con sede en Madrid y Milán, que desde 2016 ha dejado patente su vocación internacional (ya cuenta con un German Design Award). En este caso, el estímulo procede de la obra de la pintora danesa Ebba Nina Beck- Cartensen (1885-1967), una de esas artistas olvidadas que, adscrita al movimiento Decembrister (un grupo formado por artistas daneses que, siguiendo la tradición de pintura de paisajes pero con un feeling más expresionista, organizaban su propio Salon des Refusés anualmente, en el mes de diciembre) evolucionó hacia el impresionismo y terminó en el cubismo, "viajando" a través de paisajes y retratos en tonos tierra.
Dirán que esto mismo aplicado a una vivienda la convierte en un lugar sombrío, en un espacio que vive anclado en la nostalgia. No es así, y esta vivienda, donde abundan los tonos marrones y el negro tiene una presencia importante, es el claro ejemplo de ello.
Una reivindicación del trabajo de una mujer radical, decidida, que evolucionó creativamente a través de elecciones inesperadas: exactamente igual que Gema Gutiérrez, la interiorista que ha imaginado este proyecto, cuando menos, poco convencional. Con un toque de atrevimiento en los tejidos o un enfoque arriesgado del color, formaliza una apuesta por elementos tradicionales (como la chimenea, el uso de mármol o el suelo de madera) que sin embargo, pero desde un prisma contemporáneo (como en la elección del mobiliario o la iluminación).