Nadie diría que es una obra iniciática, pero lo es. CC House, un piso en el Eixample barcelonés, en una finca regia de la calle Bailén, fue el primer proyecto residencial del también muy reciente estudio Astet. La casa, de poco más de cien metros útiles, se terminó hace un año; el estudio se creó hace apenas tres al unirse los arquitectos Ala Zreigat y Óscar Engroba, con una visión que pretende amalgamar organicismo y tecnología y en la que la simplicidad no esté exenta de riqueza. Un enfoque del que han dejado constancia en varios locales del chef Dani García, como Lobito de mar o Leña, de los que firman sus sedes de Madrid y Marbella. "Antes había sido un despacho de abogados, lleno de madera laminada y colores grises", cuentan de este proyecto.
A pesar de un arranque tan poco prometedor se las arreglaron para salvar los suelos hidráulicos existentes, la mayoría de las ventanas bien restauradas e, incluso, aprovecharon estanterías pintadas en blanco. "La clienta quería una distribución fluida para disfrutar todos los espacios, así que tiramos muchos tabiques y evitamos separaciones permanentes. Hay pocos límites o puertas". Desde la entrada, dos ligeros cerramientos de hierro blanco y cristal separan de forma sutil las zonas comunes –salón, estudio, cocina y comedor– de las privadas –baño, vestidor y dormitorio–, en este orden, pues para llegar al último hay que pasar por delante del lavabo escultural, la bañera y los armarios. "La cortina es más para jugar con ella que un elemento de privacidad, aunque se puede cerrar cuando no se quiere mostrar más allá".
Astet también se ocupó del mobiliario. "Nos gusta diseñar siempre a medida para hacer algo especial; cada cliente tiene una personalidad y buscamos reflejarla". Suyos son la cocina, hecha con la colaboración de un carpintero, las mesas de comedor y de centro, el mueble de lavabo y hasta la alfombra del salón. Continente y contenido hablan el mismo lenguaje, claro, suave y tranquilo, pero no aburrido. Muchos pequeños detalles se encargan de ello. Los más evidentes, el nuevo techo de escayola de la sala de estar ("siempre nos gusta hacer algo diferente ahí; el anterior era plano y aburrido. Además aprovechamos para meter luz indirecta") y el juego de "islas", como ellos las llaman, que han creado enmarcando las baldosas antiguas con madera para salvar las marcas de los tabiques derribados. Un trabajo bello y eficiente.