Adiós puertas y paredes: así se consiguió que este piso madrileño fluyese

Ventura Estudio ha derribado las barreras de este piso del madrileño barrio de Las Letras para lograr un espacio común. Pocas puertas y siempre correderas, un suelo continuo y un pensamiento preciso le imprimen libertad y lo traen al siglo XXI. Por encima de modas y modismos.

Foto: Juan Baraja

Un volumen rectangular de roble situado en la entrada de la casa alberga la cocina, de Artificio, un armario ropero y un aseo de cortesía.

Isabel Margalejo
Isabel Margalejo

Directora de Arquitectura y Diseño

Este piso está situado en la segunda planta de una finca de principios del siglo XX en el madrileño barrio de Las Letras. Nadie lo diría: no hay ni rastro de las habituales vigas vistas, pilares de madera, paredes de ladrillo o escayolas. En su lugar, un lienzo blanco impecable sin fecha de caducidad. "Ya se le había hecho una reforma 'malucha' en el año 2000, y no quedaba ningún elemento con encanto que recuperar", explican Reyes Castellano y Juan Carlos Fernández, de Ventura Estudio. Seguía, eso sí, muy compartimentado y oscuro, y ellos se lanzaron a limpiar y abrir los espacios creando junto a las dos ventanas balconeras una gran zona común que incluye cocina, salón y comedor. La separación entre la primera, empotrada en un volumen de roble, y los segundos la delimitan las tres columnas de madera, que ellos han forrado de hierro por necesidades de refuerzo estructural.

Tampoco cayeron en la tentación de dejar las vigas a la vista. "Las escondimos deliberadamente para evitar un aspecto excesivamente rústico ya que originalmente en estos pisos tampoco se veían". La intervención ha sido total puesto que ellos también buscaron la casa para los propietarios, una pareja que reside en Londres, con su servicio Ventura Home Services y la decoraron solo con las piezas justas y necesarias, varias a medida, en una mezcla entre diseño y artesanía.

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salón moderno con aparador azul y vigas

Sobre el aparador, lámpara Rituals de Ludovica+Roberto Palomba para Foscarini. Lámpara de pie Gräshoppa, de G.M. Grossman, editada por Gubi.

mesa comedor rectangular con banco y mantel naranja y amarillo, jarrones de cerámica, platos, lámpara de techo verde y blanca y cuadros abstractos

En el comedor, mesa, de Heerenhuis; banco Imo, de Pinch; sillas Harbour, de NORM Architects para Menu; lámpara Plat, de Contain Mallorca; obras, de Línea Lateral; cerámicas, de María Ulecia, y manteles, de Real Fábrica Española.

salón con sofá gris y cojin marrón, cuencos de cerámica

Las columnas de madera originales se forraron con chapa de hierro como refuerzo estructural, separando la cocina del salón-comedor abierto. Ventura se encargó también de la decoración además del reacondicionamiento de este piso de principios del siglo XX. Sofá Ghost con funda de lino, de Paola Navone para Gervasoni. Cojines, de Arewa, y plaid, de G69. Encima, collages Negativo 14 y Negativo 15, de Gerard Malo.

dormitorio con vestidor, albornoz y alfombra

Un armario empotrado hecho a medida conecta el dormitorio principal con el baño en suite. El blanco sigue siendo el color dominante para conseguir más luminosidad, al dar ambos espacios a un patio. Cabecero lacado, de Ventura Estudio, con aplique metálico Alba, de Contain Mallorca, y mesita Lato con pie de mármol, de Luca Nichetto para &Tradition. En el baño, alfombra de pasillo, de Arewa, y taburete de madera, de G69.

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