Declarada capital federal de Brasil en 1960, apenas cuatro años después de que comenzara a construirse, Brasilia fue, al igual que la ciudad de Chandigarh en la India, diseñada por Le Corbusier y Pierre Jeanneret, un canto a la modernidad de un país que pugnaba por dejar atrás el subdesarrollo e ingresar en el club de las naciones más avanzadas del mundo. Quizás pueda discutirse que dicho objetivo se haya cumplido al cabo de todas estas décadas, pero lo que es indudable es que Brasilia permanece como un extraordinario experimento urbanístico y arquitectónico que nadie debería perderse.
Mientras que el principal urbanista de la ciudad fue Lúcio Costa, fue Oscar Niemeyer quien se encargó del diseño de sus principales edificios. En su condición de sede de las principales instituciones políticas del país, todos ellos han tenido un uso continuado y no han padecido con los años ningún deterioro.
No fue el caso, sin embargo, de la Casa del Té, otro proyecto de Niemeyer. Inaugurada en 1966 en la Plaza de los Tres Poderes como un lugar de encuentro y descanso, fue abandonada al cabo del tiempo por falta de un organismo que se hiciera cargo de su gestión. En 1994 reabrió como centro de información turística, pero volvió a cerrar seis años después por miedo a que el techo, que se encontraba en malas condiciones, colapsara. Tras modificaciones en su estructura, el edificio abrió de nuevo sus puertas en 2010. Recientemente, el Secretariado de Turismo de Brasil y la Unesco encargaron a Bloco Arquitetos y Equipe Lamas el proyecto para revitalizar una vez más el espacio.
El trabajo de los arquitectos ha consistido en la restauración de los suelos y revestimientos de mármol, la limpieza de los frentes acristalados y el repintado de techos y columnas de acuerdo con el diseño original.
Todo el mobiliario ha sido diseñado por Samuel Lamas, de Equipe Lamas con una imagen de ligereza y simplicidad en correspondencia con la arquitectura que lo acoge. Delicados perfiles de acero y hierro se emparejan con materiales cálidos como la madera y la piel, creando piezas livianas y a la vez resistentes para el uso diario de los visitantes del centro.
Según los responsables del proyecto de renovación, "el objetivo ha sido restaurar y honrar la idea original de Oscar Niemeyer y decorar el espacio con piezas contemporáneas que conectan con la estética de la ciudad y el espíritu moderno".