Charles-Édouard Jeanneret, más conocido como Le Corbusier, fue uno de los primeros guías de la revolución arquitectónica. Viajó, investigó, descubrió, realizó bocetos e interpreto por sí mismo la cuenca mediterránea. Sus inquietudes le llevaron a Atenas y más allá, a las islas del Egeo. Descubrió cómo la arquitectura variaba de isla en isla, adaptándose a las condiciones locales. Vio que, en el Mediterráneo, el sol es más brillantes y las sombras más intensas. La arquitectura tradicional muestra aquí claridad en la forma y una gran honestidad, siendo por ello magnífica y humilde al mismo tiempo.
A través de la obra y la visión de Le Corbusier, el espíritu y las formas de la arquitectura mediterránea han sido interpretados y traducidos para la modernidad, influyendo así en el total de la arquitectura contemporánea. No hay edificio del arquitecto que no refleje en algún detalle su admiración y profundo conocimiento de los principios y foras de la arquitectura mediterránea. “Yo mismo me he convertido en un mediterráneo… lugar donde reinan las formas bajo el juego de la luz. Me siento dominado por los imperativos de armonía, belleza y plasticidad.” Escribía en su importante obra Hacia una arquitectura.
En el norte de Francia, en Ronchamp, se halla uno de los más célebres edificios de Le Corbusier, la capilla de Notre Dame du Haute. Pueden descubrirse en ella formas relacionadas con la arquitectura tradicional de Santorini, como los audaces canelones para desaguar las lluvias. Asimismo, sus lineas libres y fluentes muestran una íntima relación con las mezquitas de la isla de Djerba en Túnez y con la iglesia Paraportiani en Mykonos. Formas escultóricas trabajadas por el hombre y la naturaleza. El Mediterráneo entero en una construcción a muchos quilómetros de él.
En el pueblo de Firminy, en el departamento de Loira, se alza la última gran obra del arquitecto francés, la iglesia de Saint Pierre. Compuesta al rededor de una portentosa chimenea por donde salen tanto los humos como las plegarias.
Villa Savoye, a las afueras de París, es otro de los “hits” del maestro arquitecto, en sus sencillas geometrías blancas podemos encontrar reminiscencias a las casas campesinas del Mediterráneo. Una moderna reinterpretación que encarna el concepto creado por Le Corbusier de la casa como “máquina de habitar”. Esta búsqueda de la funcionalidad como objetivo primero es también característica de las arquitecturas tradicionales del mundo y, en concreto, de las que rodean a este mar tan nuestro.