El nuevo teatro de los monjes voladores
Un estudio letón deja que se diviertan a los aprendices de acróbatas en unas modernas instalaciones situadas en pleno centro neurálgico de la cultura china
Situado en el centro de China, el monte Song o Songshan es una de las cinco montañas sagradas del taoísmo y como tal recibía especial veneración por parte de los emperadores. En sus faldas también se construyó el templo de Shaolin, origen del budismo zen y del kung-fu, declarado Patrimonio Mundial por la Unesco junto a otros ocho monumentos de la zona, que ya se ve que toda ella es un santuario cultural del país. Levantar una nueva construcción como el Teatro Shaolin de los Monjes Voladores exigía decoro, pero no por ello sus arquitectos, los letones Mailitis Architects, renunciaron a la modernidad.
El riesgo era alto puesto que el teatro se sitúa en lo alto de una colina muy expuesta a las cámaras de los turistas. Para respetar la belleza agreste del entorno y el patrimonio histórico del lugar, el estudio desarrolló formalmente dos símbolos representados hasta la saciedad en los jardines zen por todo el mundo: la montaña y el árbol. La primera es el propio edificio, el segundo, una carpa en lo alto para saltar y hacer acrobacias sobre seguro. Así, la superficie de la escalera está diseñada para continuar la topografía del lugar, ajustar la iluminación natural del interior y ventilar la sala de máquinas bajo el escenario, fundamental para facilitar ciertos números acrobáticos. Los niveles superiores de las escaleras dan forma al escenario polivalente, un anfiteatro dotado con un túnel de viento. El interior se organiza en tres plantas e incluye las instalaciones para artistas y visitantes.
La combinación de lenguajes se repite en la selección de materiales: la superestructura de acero se construyó con láminas cortada con láser y esta se levanta, como en un pedestal, sobre escalones de piedra sacados de una cantera local y puesto uno sobre otro con métodos tradicionales. Y sobre todo ello vuelan los monjes felices con su nuevo recinto, una alegría sin duda para una vida basada en "la disciplina, el sufrimiento y el autocontrol", además del rechazo a la violencia.