Meliá resucita un rascacielos de Niemeyer
El hotel Nacional de Rio de Janeiro reabre sus puertas frente a las playas de Rio de Janeiro tras más de 20 años de abandono
Vuelve a lucir las cinco estrellas en su entrada desde que en 1995 se marchara su último huésped "oficial". En este tiempo, el hotel Nacional de Rio de Janeiro cayó en el abandono y sus inquilinos pasaron a ser mendigos y los monos de la vecina arboleda. Además se había hecho famoso como espacio para hacer grafitis. A Justin Bieber le pillaron haciendo uno en 2013 y fue acusado por ello. Por entonces la vigilancia era mayor dado que desde hacía pocos años estaba ya en marcha el proyecto para resucitar este rascacielos levantado por Oscar Niemeyer entre 1960 y 1973 frente a la playa del barrio de São Conrado.
El padre del modernismo brasileño quiso erigir un cilindro acristalado de 55 plantas que luego se quedaron en 33. Le acompañaba un centro de convenciones con aforo para 2.800 personas y un teatro para 1.400 donde se vio actuar a Liza Minnelli, Chet Baker y James Brown. Los jardines se encargaron al paisajista brasileño Burle Marx, autor del famoso paseo en olas de Copacabana. Una enorme escultura de una sirena de Alfredo Ceschiatti presidía la entrada y una gigantesca escultura de madera de Pedro Corrêa de Araújo colgaba del techo del vestíbulo, donde también se podía ver un mural de Carybé.
No había en todo Sudamérica un hotel más moderno que este en el momento de su apertura. El empresario Jose Tjurs no reparó en gastos para convertir toda la zona en un nuevo epicentro del turismo de lujo en Rio de Janeiro, pero la jugada no acabó de cuajar: el vecindario del oeste de la ciudad resultaba demasiado conflictivo y le quitaba lustre al proyecto, por mucho que se pudiera aterrizar en helicóptero sobre la azotea.
Los Juegos Olímpicos trajeron el ímpetu renovador a la capital fluminense y, en 2009, un grupo liderado por el empresario Marcelo Limirio Gonçalves, compró la torre abandonada por 35 millones de euros. La intención era ver las obras concluidas durante la celebración de la cita deportiva. No se llegó a tiempo y será a finales de enero de 2017 cuando se asista a su inauguración oficial tras el habitual soft opening. El grupo hotelero español Meliá es el encargado de la gestión de sus 413 habitaciones, todas abiertas a reserva.
Para que se vuelva a poner en marcha el centro de convenciones habrá que esperar a 2018, así como para ver de nuevo en todos su esplendor los jardines de Burle Marx. Lo que ya luce con el esplendor de antaño, aunque sin exhibir la misma modernidad, es la Sereia de Ceschiatti, el mural de Carybé y la escultura suspendida de Corrêa de Araújo. El interrogante está puesto en si se consigue llevar toda la estética de la época de Niemeyer a los nuevos tiempos sin que en el camino se pierda la esencia de lo que se quería contar entonces. Difícil misión para sus actuales promotores.