Para Richard Rogers (Florencia, 1933 – Londres, 2021) las ciudades estaban hechas para las personas y no para los edificios, "son un escenario donde la gente actúa", decía el arquitecto que acaba de fallecer a los 88 años dejando un legado con obras maestras de la arquitectura contemporánea. Tenía la idea de que la arquitectura no estaba hecha para una sola persona, así que siempre aludió a la colaboración, al trabajo en equipo y a los proyectos multidisciplinares. "La arquitectura es demasiado compleja para ser resuelta por una sola personal. La colaboración está en el corazón de todo mi trabajo. Disfruto de la dinámica que fluye cuando diferentes disciplinas, desde la sociología hasta las matemáticas, desde la ingeniería hasta la filosofía, se unen para crear soluciones. Esta integración crea un espíritu que sirve mejor y una estética que mejor simboliza el mundo moderno", señalaba el arquitecto. Obsesionado con crear una ciudad sostenible y con buen rendimiento energético, deja un legado de prácticas que seguirán vigentes durante muchos años.
Autor de obras que conocemos muy bien, como la terminal T-4 del aeropuerto de Barajas en colaboración con el arquitecto español Antonio Lamena o el museo Pompidou de París, en colaboración con Renzo Piano. Su trabajo ha sido reconocido en muchas ocasiones con galardones de gran relevancia internacional. Recibió el Premio Pritzker de Arquitectura en 2007, la Medalla de Oro de RIBA en 1985 y el León de Oro a la Trayectoria 2006 en La Biennale di Venezia, entre otros premios. Fue, incluso, nombrado caballero en 1991. Además de su trabajo como arquitecto, ha sido presidente de la Tate Gallery y vicepresidente del Consejo de las Artes de Gran Bretaña. En los últimos tiempos, era Fideicomisario Honorario del Museo de Arte Moderno de Nueva York, Fideicomisario de Médicos del Mundo y Presidente del Centro Nacional de Recursos para las Comunidades.
Rogers nació en la ciudad de Florencia, en el seno de una familia inglesa que después se trasladó a Londres, donde estudió Arquitectura en la Architectural Association londinense. Más adelante, amplió su formación en Yale, Estados Unidos. Precisamente en Yale fue donde conoció a Norman Foster, con quien fundó el estudio Team 4, junto a las esposas de ambos, Sue Rogers y Wendy Foster. Después, se asoció con el italiano Renzo Piano, con quien proyectó el museo Pompidou de París. Fue en 1977 cuando fundó su propio estudio, ahora llamado Rogers Stirk Harbour + Partners y desde entonces no paró de crear hasta el año pasado. En 2020 anunció su retirada tras 43 años dedicándose a la arquitectura.