¿Te imaginas pasar unos días viviendo en un Dólmen?
Dolmen Shelter es un hotel imaginario, ideado por Davit y Mary Jilavyan, como una forma visual de evasión: un grupo de cabañas de roca similares a dólmenes, con interiores como antros maternos.
Un bosque de pinos con niebla algo brujeril, para acentuar la atmósfera misteriosa alrededor de las cabañas como dólmenes nevados que imaginaron Mary y David Jilavyan
Sólo la imaginación nos salvará del aburrimiento, concluyeron Davit y Mary Jilavyan, en pleno encierro pandémico, y se sumergieron en un proceso creativo singular. En realidad, la primera idea surgió del propio aburrimiento, dando vueltas por el patio de su casa, en Moscú, al vislumbrar de pronto, en una agrupación de piedras, formas de dólmenes. Así nació el hotel imaginario Dolmen Shelter, que consiste en la representación de una serie de cabañas para huéspedes vagamente parecidas a aquellas estructuras megalíticas, compuestas por rocas verticales y horizontales. "La vista, desde nuestra casa, es muy deprimente. Estos proyectos surgen porque necesitamos huir de la monotonía de nuestro entorno".
La pesada puerta de hierro negra parece sostener la existencia real de este hotel de fantasía
Los huéspedes entrarían a la cabaña por una puerta pesada, de marco negro. Estarían rodeados por altísimos pinos. Arribarían con frío a aquellas cápsulas como huevos de nieve pintados, uniendo siglos, por Dalí y El Bosco, y penetrarían en una especie de cueva en penumbra, con superficies toscas de yeso beige. No habría sillas ni sofás convencionales, sino rincones con asientos tallados en las paredes y gordos pufs dispersos en el suelo. "Creemos –dicen los Jilavyan, creadores de esta fantasía visual- que, en un lugar así, la gente podría abstraerse de su estilo de vida habitual, llena de tensiones y sin siquiera la posibilidad de acordarse de qué significa tener un mundo interior".
El interior es oscuro y acogedor es como una cueva caldeada en medio de la nieve: sería un lugar para descansar del mundo y soñar con otros, pensaron sus autores
Estas cabañas ficticias son evocadoras de dólmenes (cuyo verdadero origen, señalan Davit y Mary, se desconoce) y sus interiores son metáforas de la vida interior. Las ventanas serían diminutas, porque están cansados, confiesan, de las casas con cuatro lados de vidrio, como acuarios. De noche, la luz provendría de una chimenea de leña y de pequeñas lámparas colocadas en una serie de nichos. Al salir de la cabaña o espiar por los ventanucos, los huéspedes verían un paisaje negro y rojizo, con luces "ominosas" que crearían una noche de misterio. "Se trata de un concepto. No es algo comercial sino artístico. Pero nos haría felices que pudiera realizarse, para que la gente tenga la posibilidad de una atmósfera completamente distinta de la que soporta en su vida diaria".