Una fábrica que le saca los colores al aburrimiento

El estudio BoMa evoca la naturaleza a través del color en la transformación de la fábrica de hilaturas Resuinsa junto a la albufera de Anna, en Valencia.

David Quesada
David Quesada

Redactor jefe de Arquitectura y Diseño

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La fachada se ha decorado con motivos geométricos pintados con diferentes colores.

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El código cromático también se extiende a la señalética del edificio.

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Se ha buscado una estética rompedora pero a la vez integrada en el entorno.

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El color amarillo transforma la percepción del espacio, jugando con los volúmenes e invitando a adentrarse en las diferentes puertas.

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Este color se mantiene en todo el espacio de oficinas y sala de reunión, ya que aporta positivismo y energía al ambiente de trabajo.

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Se ha buscado mantener la esencia de la fabrica original, poniendo en valor elemento singulares como el imponente ventilador situado en la sala de reuniones.

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En la fábrica se recogen los últimos pasos de los procesos productivos y se organiza la logística para servir a los clientes de la firma.

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La iluminación es neutra para no contaminar la percepción de los colores de los tejidos.

De todos es sabido que los colores del entorno influyen en nuestro estado emocional y nivel de actividad. La psicología del color es moneda de uso común en espacios domésticos y también de trabajo como oficinas desde hace tiempo, pero no así en las instalaciones fabriles, en los que continúa imperando la poco estimulante paleta de grises del cemento, el hormigón y las estructuras metálicas.

El estudio BoMa ha roto una lanza en favor de entornos productivos más humanos y motivadores con su proyecto para la nueva fábrica de la firma de hilaturas Resuinsa en el privilegiado paisaje natural de la albufera de Anna, en Valencia. Los autores han buscado una estética rompedora pero que al mismo tiempo se mimetice con el entorno en el que se encuentra. Asimismo, han estado muy presentes en todo el proyecto la innovación y ecología, dos valores fundamentales para la empresa.

Aprovechando la riqueza de la vegetación y el jardín existente en la nave, el equipo creativo de BoMa ha seleccionado diferentes colores que evocan los elementos de la naturaleza. Así el azul se confunde con el cielo, el verde se camufla entre los árboles y los tonos terracota se pierden en las colinas. Todos ellos colorean las formas geométricas dibujadas a lo largo de la extensa fachada. Si el resultado es como mínimo sorprendente, aun impresiona más como esta mezcolanza de colores y formas geométricas armoniza con el entorno.

El interior de la nave se divide en dos zonas con exigencias muy diferentes, a las cuales se accede a través de un imponente hall de doble altura que actúa como distribuidor. El color amarillo transforma la percepción del espacio, jugando con los volúmenes e invitando a adentrarse en las diferentes puertas. Este color se mantiene en todo el espacio de oficinas y sala de reunión, ya que aporta positivismo y energía al ambiente de trabajo.

En ambos espacios se ha buscado mantener la esencia de la fabrica original, poniendo en valor elemento singulares como el imponente ventilador situado en la sala de reuniones. Cada pieza del mobiliario, cada luminaria, llegando incluso al detalle de los accesorios de papelería, han sido elegidos concienzudamente para crear un ambiente en armonía. No se deja ningún elemento al azar, cada detalle cuenta.

En la zona productiva y logística, BoMa ha estudiado una distribución sencilla y eficiente para facilitar el flujo incesante de trabajo. La continuidad de la iluminación ha sido un elemento fundamental a la hora de diseñar los espacios, ya que se buscaba conseguir una luz neutra que no contaminara los colores de los tejidos.

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