Las redes sociales y los foros de celebrities bullen de actividad desde que Lady Gaga y David Beckham, nuevos embajadores de la marca de relojes Tudor, han compartido fragmentos del anuncio que ambos han rodado para la firma. Para los millones de seguidores de la pareja (con permiso de Victoria), la espera llega a su fin, ya que el video completo se estrena el 30 de octubre.
Los creadores del anuncio no habrían podido elegir un escenario más a la altura de las expectativas despertadas por esta joint venture de dos iconos de la cultura de masas actual: la espectacular Sheats Goldstein Residence que el arquitecto John Lautner levantó en 1963 en Beverly Hills, en Los Angeles, a la postre uno de sus proyectos más conocidos.
De hecho, el espacio atrajo la atención del mundo de Hollywood desde que se construyó. Allí se han localizado numerosas películas y series, como El gran Lebowski y Los Angeles de Charlie. Esa propiedad de alimentar el imaginario cinematográfico es por lo demás común a muchos de los proyectos de Lautner: en la casa Elrod se rodó Diamantes para la eternidad de la saga James Bond; en la casa Malin, Doble cuerpo, de Brian de Palma (1984); en la casa Reiner, Golpe al sueño americano (1987), y en la casa García, Arma letal 2, de Richard Donner (1989).
Lautner diseñó la casa para el matrimonio Paul y Helen Sheats y sus cinco hijos. En 1981, el millonario James F. Goldstein la adquirió y encargó la renovación –pues la casa se encontraba en un estado bastante deteriorado– al propio Lautner, quien trabajó en ello hasta su muerte en 1994. Su colaborador Duncan Nicholson se encargó de finalizar la remodelación.
La casa es un ejemplo de arquitectura orgánica –un reflejo de las enseñanzas que Lautner recibió de Frank Lloyd Wright, con quien se formó en los años treinta del siglo pasado– que deriva su forma como una extensión del entorno natural y de la persona para la cual fue construida. Característico en los trabajos de Lautner, el proyecto es abordado desde una idea y una única estructura que resulta de ir resolviendo los desafíos que presenta el lugar.
El autor no solo diseñó la casa sino que se encargó también de crear los interiores, desde las ventanas a la iluminación, pasando por las alfombras, los muebles y todos sus servicios operativos. Cada uno de los muebles realza la casa y está completamente relacionado con la estética y las formas en función del conjunto.
A pesar de esa organicidad de la casa Sheats Goldstein, la obra de Lautner es de difícil clasificación dentro de la arquitectura contemporánea. Él mismo rehuyó la alineación con las corrientes de su época, practicando una arquitectura que, en sus propias palabras, "crezca y cambie sin interrupción, desarrollando ideas reales básicas que supongan un enriquecimiento de la vida misma, y además un disfrute intemporal de los espacios. Eso es lo que yo llamo arquitectura real. Sin principio ni fin, siempre”.