El diseño de este restaurante valenciano homenajea a los mercadillos populares
El estudio creativo Viruta Lab firma su interiorismo, basado en una estética Art Nouveau muy depurada y a partir de una gama de color que combina dorado azul y blanco roto.
En este restaurante de Valencia un comedor de mesas corridas potencia las relaciones sociales.Foto: David Zarzoso
Ores Lario
Periodista especializada en estilo de vida, decoración y diseño
Ubicado en el histórico barrio de Arrancapins, en la ciudad de Valencia, Al Taulell busca sumergir a los comensales en una experiencia gastronómica familiar. Con sus trazos imperfectos y diseños crudos, el restaurante evoca el bullicio de los mercadillos locales al mismo tiempo que rescata la impronta arquitectónica propia de la ciudad mediterránea.
Las cabeceras de las mesas han sido diseñadas en semicírculo con un doble aro metálico que permite crear una nueva mesa para aquellos que prefieran un tapeo de pie.
Adaptándose a los tiempos, el estudio multidisciplinar Viruta Lab ha materializado este proyecto de restauración a través de un ejercicio de reinterpretación y adaptación que ha dado como resultado un espacio moderno que bebe de la esencia del diseño local y tradicional.
La apuesta gastronómica se centra en el producto, en el que se cuida la calidad, frescura y proximidad de nuestras materias prima.
Con el carácter imperfecto y desnudo de su interiorismo, a base de ladrillos vistos, pátinas de pintura o la forja original de sus ventanales, Al Taulell apela al respeto y la consolidación arquitectónica de los barrios más populares que acogen mercadillos semanales con puestos de lona y metal repletos de productos frescos de la tierra. Está pensado como un espacio que pone en valor la esencia de la terreta y su arquitectura más tradicional. Sus muros, modificados por intervenciones anteriores, han sido tamizados por el estudio creativo con elementos de costumbrismo valenciano, como la persiana alicantina de lamas de madera maciza, tan características en la ciudad.
El carácter imperfecto y desnudo de su interiorismo, con ladrillos vistos y pátinas de pintura aboga por el respeto y la consolidación arquitectónica de los barrios más emblemáticos de Valencia.
Con su barra de doble altura abrazando la cocina semiabierta, el espacio invita a los usuarios a sentarse y disfrutar de una nueva experiencia gastronómica. En el comedor se han juntado varias mesas longitudinales y ofrecen un ambiente de bar que evocar el carácter familiar del barrio. Las cabeceras de cada mesa son curvas y proporcionan una disposición de los asientos más independiente, una especie de "espacio extra" para aquellos que prefieran un tapeo más rápido e informal.
Sobre las paredes en crudo el estudio ha optado por poner un elemento tan característico en la ciudad como la persiana alicantina de lamas de madera maciza.
María Daroz y David Puerta, el equipo creativo de Viruta Lab, han sido los autores del diseño de todos los elementos que conforman el mobiliario de este restaurante, basado en una estética Art Nouveau muy depurada y a partir de una gama de color mínima: el dorado, dos tonalidades de azul y blanco roto. Las barras y las mesas están diseñadas con un perfil metálico de sección circular sobre porcelánico y aparecen coronadas modularmente por cúpulas acústicas suspendidas que aportan, además, luz al espacio. Para potenciar esa sensación de estar en la calle y rescatar la característica costumbre de ‘tomar la fresca’, el techo genera un velo irregular con que irán envejeciendo con el paso del tiempo y se integrarán en la pátina histórica del local.