¿Cómo son las casas que nos hacen felices? Cosentino ofrece algunas claves

La firma organiza junto con la Fundación Arquitectura y Sociedad un coloquio online sobre cómo deben ser los espacios que generen bienestar.

De izquierda a derecha, Belinda Tato, Víctor Moreno y Alicia Banderas, ponentes del coloquio.

De izquierda a derecha, Belinda Tato, Víctor Moreno y Alicia Banderas, ponentes del coloquio.

David Quesada
David Quesada

Redactor jefe de Arquitectura y Diseño

Desde hace tiempo, expertos en arquitectura, urbanismo y psicología reflexionan sobre la importancia que tienen los entornos habitados en el bienestar de las personas. Esta reflexión ha cobrado mayor importancia en la situación actual, en la que hemos desarrollado una relación mucho más íntima y profunda con nuestras casas a raíz del confinamiento provocado por la pandemia de COVID-19. Encontrar las claves físicas y emocionales de un espacio que nos haga sentir bien se ha convertido en un reto fascinante para diseñadores y usuarios.

Para contribuir al debate, Cosentino City Madrid y la Fundación Arquitectura y Sociedad organizaron el pasado 15 de julio un coloquio online con el explícito enunciado "Arquitectura para la felicidad". El evento, moderado por la directora de la Fundación Gloria Gómez Muñoz, contó con la participación de la psicóloga y comunicadora Alicia Banderas, el arquitecto y CEO de la firma True Talk Víctor Moreno y la arquitecta y fundadora junto a José Luis Vallejo del estudio Ecosistema Urbano Belinda Tato.

Durante el confinamiento las casas han sido un elemento de protección y no de clausura. Han demostrado su capacidad de salvaguarda.

Durante el confinamiento las casas han sido un elemento de protección y no de clausura. Han demostrado su capacidad de salvaguarda. Foto: Eugeni Pons

Partiendo de la idea introducida por Gloria Gómez de que es importante que lo cotidiano nos produzca satisfacción como forma de aproximarse a la felicidad, Alicia Banderas destacó la resiliencia del ser humano (la capacidad de sobreponerse a la adversidad) frente a la situación sin precedentes a la que nos hemos tenido que enfrentar. "Pocas veces en la historia hemos tenido un momento tan esclarecedor sobre los espacios que habitamos y cómo nos impactan emocionalmente". Para ella, ventanas y balcones han sido umbrales en los que hemos podido respirar aire puro, relacionarnos y ser visibles. Porque solo las comunidades que son sociales y solidarias sobreviven mejor a las crisis. Una ciudad feliz es sostenible, capaz de incluir a las personas en todas las etapas de su vida y de generar sentimientos de comunidad y pertenencia.

Víctor Moreno matizó la idea de que durante el confinamiento hemos estado encerrados en nuestras casas. "Las viviendas han demostrado su capacidad de salvaguarda, han sido un elemento de protección y no de clausura". Introdujo la noción del tiempo para crear un espacio de bienestar. "Cuando alguien encarga a un arquitecto una casa, este tiene que visualizar cómo será el futuro para materializar con los recursos de hoy el escenario en el que se desarrollarán la mayoría de los recuerdos de las personas. Esa línea de tiempo en una sociedad tan marcada por la inmediatez produce un choque entre el compromiso de la arquitectura con sus obligaciones y la realidad social".

Ventanas y balcones han sido umbrales en los que hemos podido respirar aire puro, relacionarnos y ser visibles.

Ventanas y balcones han sido umbrales en los que hemos podido respirar aire puro, relacionarnos y ser visibles. Foto: Eugeni Pons

También argumentó que la felicidad puede definirse como la ausencia de miedo. "Pero estamos en una sociedad en el que el miedo se niega. Eso no es felicidad, es placer momentáneo. Si en lugar de enfrentar los miedos, los maquillamos, difícilmente podremos hablar de arquitectura y felicidad.

Por su parte, Belinda Tato incidió en el espacio público como ingrediente fundamental de un entorno de bienestar. En una sociedad como la española el espacio público es parte del ciclo diario de las personas. Por eso probablemente el confinamiento ha sido más doloroso aquí que en sociedades del centro y norte de Europa en las que mucha gente vive en casas aisladas con su propio jardín y el espacio público no tiene el mismo peso. También mostró su preocupación porque el virus nos vuelva más individualistas y erosione el concepto de compartir.

También hubo una mención al papel de la tecnología en la creación de entornos de bienestar. Para Víctor Moreno, esta puede hacer de las casas agentes activos del cambio social gracias a la producción autónoma de energía. Para Belinda Tato, la tecnología ha contribuido a quitar tensión al aislamiento profundo porque nos ha permitido conectar con la gente aunque sea de forma remota. Una afirmación que matizó Alicia Banderas: "No es lo mismo conectividad que comunicación. El cerebro aprende cuando se apasiona, y para eso necesita contextos y espacios donde la palabra pueda circular. Necesitamos desarrollarnos en entornos reales para alimentar nuestra capacidad de observación, descubrimiento y adaptación".

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