Álvaro Siza sale al parque en Corea del Sur

Junto al también arquitecto portugués Carlos Castanheira funde naturaleza y hormigón en los bosques del Saya Park

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Vista aérea del conjunto del Saya Park, en Corea del Sur, Carlos Castanheira y Álvaro Siza

Vista aérea del conjunto del Saya Park, en Corea del Sur.

El conjunto de hormigón está construido en un lenguaje simple y puro. Saya Park, en Corea del Sur, Carlos Castanheira y Álvaro Siza

El conjunto de hormigón está construido en un lenguaje simple y puro.

El patio central del pabellón de arte.. Patio central del pabellón de arte. Saya Park, en Corea del Sur, Carlos Castanheira y Álvaro Siza

Patio central del pabellón de arte.

Pasillo de acceso del pabellón de arte. Saya Park, en Corea del Sur, Carlos Castanheira y Álvaro Siza

Pasillo de acceso del pabellón de arte.

Torre de observación. Saya Park, en Corea del Sur, Carlos Castanheira y Álvaro Siza

Torre de observación.

Pabellón de arte del Saya Park en Corea del Sur, Carlos Castanheira y Álvaro Siza

Pabellón de arte del Saya Park.

Capilla del Saya Park en Corea del Sur, Carlos Castanheira y Álvaro Siza

Capilla del Saya Park.

Cubierta del pabellón de arte Saya Park, en Corea del Sur, Carlos Castanheira y Álvaro Siza

Cubierta del pabellón de arte.

La luz se filtra a través de lucernarios practicados en el hormigón. Saya Park, en Corea del Sur, Carlos Castanheira y Álvaro Siza

La luz se filtra a través de lucernarios practicados en el hormigón.

Hay arquitectos que han desarrollado a lo largo de los años un lenguaje único, capaz de hacer que hasta el más profano en arquitectura sea capaz de descifrarlo e identificar la autoría de un edificio. Álvaro Siza lo ha logrado, y seguimos maravillados frente a la sencillez creativa del ganador del premio Pritzker portugués, que esta vez se ha unido a su colega Carlos Castanheira para crear el conjunto Saya Park, en los bosques de Corea del Sur.

Compuesto por una capilla, un pabellón de arte y un observatorio, todavía en construcción, este conjunto de edificios se integran en la naturaleza hasta el punto de huir de la senda turística, en palabras de Carlos Castanheira: “Hay proyectos que nacen tanto de su sitio como para ello. Hay proyectos que crean el sitio por sí mismos”.

Lo primero que nos encontramos es la biblioteca del pabellón de arte, situada en la cima de una colina y abierta hacia dos horquillas conectadas por un túnel que se bifurca creando un patio. La iluminación se cuela a través de las aberturas en la fachada de hormigón: "Entramos al pabellón de arte como si ingresáramos a una escultura que nos absorbe y nos permite sentir el espacio, la luz, la sombra, el tiempo y también lo que está antes y lo que está más allá", y es que el visitante concluye su visita en un balcón desde el que contemplar las impresionantes vistas.

La capilla era necesaria, según Castanheira, ya que "había un montón de símbolos para la meditación y la introspección, permitiendo a los visitantes experimentar momentos de belleza a la intemperie. Se necesitaba un espacio de belleza interna. Su geometría es pura, porque su función también es pura". De ahí la metafísica del proyecto, una estructura abierta a la luz del amanecer, escondido en la ladera y orientado hacia el este.

En el tercer edificio, una torre de observación, que dominará el bosque de pinos, "el acabado casi crudo del hormigón expuesto contrasta con la pureza de la forma. A pesar de su apariencia simple, la esencia de la torre es compleja. Su función es la esencia de la arquitectura". Estamos deseando ver el proyecto finalizado.

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