En la España de la posguerra no abundaron los destellos de luz y por eso su potencia fue tan grande. La obra de José Antonio Coderch tuvo ese efecto, convirtiendo en discípula suya a toda una generación entera. "Todos aprendimos de él", reconoce Rafael Moneo. "Hizo algo tan importante como que nos cuestionáramos sobre el futuro de los materiales". Para Oriol Bohigas, consiguió algo tan extraordinario como "marcar la imagen de Barcelona". Proyectos como la casa Ugalde, el Pabellón de Exposiciones de la IX Trienal de Milán, las Cocheras de Sarrià o el edificio Girasol fueron su legado físico. El intelectual se ha recopilado en un investigación "transmedia" cuyos resultados se han plasmado en diversos soportes: primero una exposición y un documental, y ahora un libro, Recordando a Coderch, del mismo nombre que la película.
Viviendas Banco Urquijo, Barcelona, de José Antonio Coderch.
Escrito por la periodista Pati Núñez, el libro se estructura de forma coral a partir de las entrevistas a las personas que trabajaron con el arquitecto o le conocieron en persona. Se va configurando así un personaje polémico, contradictorio, a veces afable, a veces autoritario, pero siempre brillante. Los temas que salen a la palestra son la amistad, las ideas políticas, su aislamiento respecto al resto de la profesión, su carácter exigente, perfeccionista, malgeniado, pero siempre justo, y, sobre todo, su arquitectura. Análisis críticos de sus obras se combinan con anécdotas explicadas por 21 personalidades que le conocieron muy de cerca, empezando por su hijo Pepe, también arquitecto y encargado de custodiar el archivo personal. Le acompañan Josep Llinàs, Joan Margarit, Oscar Tusquets, Federico Correa…
El libro no acaba ahí. También recoge un cuestionario Marcel Proust que Coderch respondió en 1974 y en el que desvela a las claras su particular carácter. Cuando se le pregunta por su "estado presente de su espíritu", responde: "Bastante sereno, con algunos raptos de furor bastante justificados en general". A "qué detesta más que nada", "a los que tratan de tener razón en vez de intentar ver claro. A los que se preocupan en vez de ocuparse. A la ambición de poder, de gloria y de dinero. A la inteligencia engendradora de monstruos […]".
Torres Trade, Barcelona, de José Antonio Coderch.
Además, Recordando a Coderch incluye un artículo de Elina Vilá, la arquitecta comisaria de la exposición La Herencia de Coderch, y los planos originales de este proyecto que no llegó a materializarse. La Herencia surge de una investigación que empezó hacia 1969 buscando la máxima flexibilidad en planta para adaptarla a las necesidades cambiantes de las familia. De esta forma, las viviendas podían aumentar y disminuir su superficie, tanto en horizontal como en vertical, mediante el intercambio de espacios con las viviendas vecinas. Fue su trabajo más personal y apasionado, en el que se revela como un arquitecto moderno, inconformista y transgresor. Fue también el último en el que trabajó antes de morir y estaba tan convencido de que la idea era buena que pensó que sus descendientes vivirían de ella. Sin embargo, tan brillante proyecto estuvo décadas extraviado hasta que se halló gracias a las pistas dadas por los entrevistados para este libro y el documental precedente.
Portada del libro 'Recordando a Cordech'