No tires las pieles de la fruta, pueden convertirse en una práctica bolsa

Dos jóvenes diseñadoras alemanas crean una bolsa biodegradable a partir de residuos de celulosa y pectina, una sustancia presente en las pieles de la fruta empleada para elaborar zumos.

El material con que se produce la bolsa Sonnet 155 tiene la apariencia y el tacto del cuero, pero con una mayor flexibilidad.

El material con que se produce la bolsa Sonnet 155 tiene la apariencia y el tacto del cuero, pero con una mayor flexibilidad.

David Quesada
David Quesada

Redactor jefe de Arquitectura y Diseño

La Naturaleza no deja de regalarnos oportunidades para crear diseños sostenibles, incluso cuando se transforma en basura. Hasta ahora, las pieles de la fruta podían utilizarse como mucho para alimentar mascotas o para elaborar compost para las plantas. Pero ahora se ha descubierto una nueva y práctica aplicación para que su ciclo orgánico no culmine exclusivamente en la descomposición.

Las jóvenes diseñadoras alemanas Johanna Hehemeyer-Cürten y Lobke Beckfeld han creado Sonnet 155, una bolsa fabricada con un material composite integrado por dos materias primas: residuos de celulosa procedentes de la industria textil y pectina, un polisacárido de origen vegetal extraído de los restos de pieles de fruta, un subproducto de la producción de zumos. Su propuesta es una alternativa mucho más estética a las espartanas bolsas de papel, lona y plástico reutilizables, además de que contribuye a la reducción del uso de plásticos de un solo uso y su vertido al medioambiente.

Las bolsas tienen un diseño minimalista que pone en énfasis su materialidad y color.

Las bolsas tienen un diseño minimalista que pone en énfasis su materialidad y color.

Ambos materiales pueden conseguirse localmente, y combinados dan lugar a otro material totalmente integrado en el ciclo de vida biológico. El composite tiene la apariencia visual y táctil de un cuero traslúcido con la ventaja de que al final se biodegradará en el agua o el suelo. De este modo, la bolsa puede utilizarse hasta que empiece a disolverse.

El diseño de la bolsa sigue un enfoque esencial para destacar su textura y propiedad traslúcida. Así, la forma elegante transforma el material en un producto atractivo que representa la sostenibilidad más como un remedio que como una carga.

La propuesta es otro ejemplo de circularidad de los materiales en un ciclo biológico y productivo que elimina los residuos.

La propuesta es otro ejemplo de circularidad de los materiales en un ciclo biológico y productivo que elimina los residuos.

Sonnet 155 se presenta en una amplia gama de colores inspirados en el final del verano, la sensación del sol sobre la piel, el agua y el viento. Cada bolsa es única en su patrón de gradiente, texturas de variación sutil y colores pasteles vívidos, derivados de los pigmentos naturales de las cáscaras de fruta.

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