Los fundadores de Ventura Studio llevan pocos más de siete años como matrimonio profesional, pero el acoplamiento ya es perfecto. A la pregunta de cómo trabajan, si lo hacen juntos desde el primer minuto, contestan al unísono un rotundo "¡Siempre!". No tendría porqué ser así. Reyes Castellano (Madrid, 1977) es diseñadora de interiores y Juan Carlos Fernández (Ciudad de México, 1979) es arquitecto. Él empezaría; ella acabaría. Sin embargo, "no hay partes definidas. Obviamente mis justificaciones para algo son técnicas y las de Reyes están motivadas por la búsqueda de combinaciones de texturas o luz ", explica Juan Carlos sentado en su recién estrenado despacho, un piso diáfano en un edificio icónico de Madrid, la Casa dos Portugueses, una joya construida para uso comercial entre 1919 y 1922 por Luis Bellido, arquitecto también del Matadero, ya sin compartimentaciones y con grandes ventanales. "Pero todo sale de las discusiones entre los dos, del intercambio. Ambos opinamos de todo", remata Reyes, que estudió sociología antes de licenciarse en el IED de Madrid, y con esa que tira de lo aprendido entonces.
Estantería del estudio de Ventura llena de muestras y catálogos. En la balda superior, maqueta de su último proyecto, Casa Roura.
Foto: Juan Baraja
Tuvieron trayectorias separadas, estuvieron asociados con otras personas, pero no encontraron el encaje perfecto. Se habían conocido en el estudio de un amigo con el que ambos colaboraban puntualmente. Con el tiempo, Reyes montó despacho en su casa, en la calle Ventura, y alquiló un puesto a Juan Carlos. "Nos gustaba lo que hacíamos mutuamente. Estábamos cómodos y terminamos compartiendo los trabajos que teníamos. Fue algo natural". Era diciembre de 2014 y se bautizaron como el nombre de la calle. "Queríamos que no fuera ni femenino ni masculino (como su práctica), que no sonara más a arquitectura o a interiorismo y que luego fuera válido para un producto". De hecho, se han lanzado a editar y comercializar tres piezas diseñadas para sus proyectos, la mesa auxiliar Era, el aparador Tur y el aplique de pared Uva. De partida ya había una afinidad estética, "pero nos hemos acoplado mucho. Nos costó al principio verbalizar lo que teníamos cada uno en la cabeza para el enfoque del estudio, pero lo hacemos de manera intuitiva". Ahora definen su práctica de carrerilla: "Muy funcional y limpia, pero al mismo tiempo intentamos que resulte acogedora y cálida, que te sientas bien en esos espacios, que duren en el tiempo, y eso es incompatible con algo muy llamativo. No hacemos espacios 'instagrameables'; huimos de eso a propósito".
Al fondo de los puestos de trabajo, fotografía de Juan Baraja.
Foto: Juan Baraja
Las realizaciones de Ventura Estudio son precisas, concisas, contenedores muy estudiados para que todo funcione, pero con lo justo, para que no moleste. Esto se debe a su particular modus operandi. "Siempre procedemos pensando sobre plano en paralelo a la distribución espacial y la de los muebles: es básico para determinar cosas como dónde van a ir las luces; así estamos seguros de que todo va a funcionar para el uso que se le va a dar y no hay que modificar a posteriori".
Una zona de estar separa el área de trabajo de la sala de reuniones, que se puede dividir en dos gracias a una puerta corredera que se desliza con precisión entre las dos mesas diseñadas para ello por Ventura Estudio.
Foto: Juan Baraja
Aunque han hecho locales de restauración (suyos son los populares Magasand de Madrid) y oficinas, su fuerte hasta ahora han sido las reformas de casas, trayéndolas al siglo XXI con circulaciones fluidas, cocinas abiertas y mínimas compartimentaciones que rematan con pocos muebles, muchos a medida. Que lo hacen muy bien lo indica el que sus clientes repitan. De hecho, acaban de terminar su primera vivienda de nueva construcción en la sierra madrileña, Casa Roura, para una pareja para la cual ya habían proyectado un restaurante y dos oficinas. Tienen entre manos una decena de obras en España y un par más en México, una de ellas un edificio de apartamentos en la capital, a punto de arrancar. ¿Buenaventura? La invocaron con el nombre y la trabajan.
Las piezas cerámicas son de María Ulecia, quien realizó una exposición en el espacio, que la pareja cede a amigos creadores.
Foto: Juan Baraja