Los pueblos más bonitos que puedes visitar si viajas este verano por el Mediterráneo

Desde la Costa Brava hasta las islas griegas, la arquitectura tradicional mediterránea es una lección de belleza sencilla y eficiente cuya influencia sigue más vigente que nunca.

Milena Güell

Directora de Arte y Fotógrafa

Hacemos un repaso por alguno de los pueblos que rodean este mar tan nuestro, pero la idea no es tanto que te quedes con los nombres que mencionamos sino con las claves que nos ayudarán a entender la arquitectura de cualquier otro al que queramos acercarnos a pasear.

Centrémonos en los pueblos vernáculos, los que estaban ahí desde el origen, entendamos de dónde viene su retícula, sus materiales, qué tienen en común entre ellos y qué los diferencian.

Pueblo ordenado en calles de casas que comparten muros pero que se construyen con la altura necesaria para cada unidad familiar.

Pueblo ordenado en calles de casas que comparten muros pero que se construyen con la altura necesaria para cada unidad familiar.

Para empezar, si hablamos de materiales, entenderemos que, hasta bien entrado el pasado S. XX, casi el total de las viviendas se construían con lo que se tenía cerca, podemos decir de prácticamente toda la zona costera del Mediterráneo que es rica en piedra, en roca, en arena y en barro, y que no lo es tanto en bosques. Esto nos da una de las primeras características en común de todos los pueblos que mencionaremos: las casas están construidas en piedra. (Las más nuevas, por supuesto, tienden al ladrillo y al bloque de cemento, pero la identidad está en la piedra.) La madera con la que se podía contar la encontramos en puertas, ventanas, balcones, etc.

Callejón de piedra con las paredes encaladas en blanco.

Callejón de piedra con las paredes encaladas en blanco.

Otra característica que, si bien no es universal, si está más que ampliamente extendida a lo largo y ancho del Mediterráneo es el blanco encalado de las paredes, y es que no es para menos, aglomera y consolida los muros, y es un elemento fundamental para la estrategia bioclimática del edificio. Tanto estudiamos hoy y nuestros antepasados lo sabían bien, la cal aísla, corrige la humedad, desinfecta e impermeabiliza; además su característico color blanco refleja la luz dando una sensación visual de más frescura. Encontraremos este acabado tanto en los pueblos de primera línea de mar como en aquellos situados en las colinas cercanas.

Iglesia en lo alto de Mykonos construida en piedra y cubierta de cal.

Iglesia en lo alto de Mykonos construida en piedra y cubierta de cal.

Una de las principales divisiones que debemos hacer para entender los pueblos mediterráneos es ésta: por un lado tenemos los pueblos pesqueros y comerciantes, abiertos al mar, y por otro lado tenemos los pueblos construidos en montañas, cuya función era en gran medida defensiva.

Phira, en Santorini, ubicado encima de una colina.

Phira, en Santorini, ubicado encima de una colina.

Dentro del primer grupo encontramos pueblos con un denso centro urbano y comercial cercano al mar, abierto al viajero marítimo y habitado por pescadores, que se va dispersando arquitectónicamente a medida que se aleja del mar y se acerca al campo hasta encontrar casas campesinas a una cierta distancia unas de otras. Esta estructura la podemos encontrar en Cataluña en Cadaqués, en las Islas Baleares, en la costa napolitana y es muy característica de Mykonos.

Una característica interesante de los pueblos costeros de la zona de Nápoles en Italia, (que nos muestra cómo toda decisión urbanística en un pueblo vernáculo tiene siempre sentido), es el hecho de que en la zona portuaria encontraremos a menudo una aglomeración de edificios de cuatro y hasta cinco plantas. Estos bloques eran así construidos para que el pescador pudiese, desde lo alto de sus balcones, evaluar el estado del mar, y para que su familia pudiese vigilarles cuando ellos se encontraban pescando.

Fotografía de Prócida, la isla napolitana cuyos pueblos se abren al mar

Fotografía de Prócida, la isla napolitana cuyos pueblos se abren al mar

Por el contrario, encontramos también en innumerables rincones del Mediterráneo pueblos de los llamados defensivos. En Santorini, por ejemplo, los pueblos Phira y Oia, protegidos de los ataques enemigos, se erigieron en una guerra continua con la naturaleza por su supervivencia. Las casas están unidas por un sistema interdependiente de contrafuertes, con las viviendas individuales situadas a diferentes niveles. Este tipo de pueblos suele contar con calles estrechas y empinadas y complejas escaleras. El casco antiguo de la ciudad de Ibiza, protegido por sus blancas murallas, es otro ejemplo de este tipo de arquitectura de defensa.

El mediterráneo pueblo de Oia, en la isla de Santorini, con su urbanismo enfocado a la protección contra los ataques enemigos.

El mediterráneo pueblo de Oia, en la isla de Santorini, con su urbanismo enfocado a la protección contra los ataques enemigos.

Mencionamos por último, y casi a modo de curiosidad, las particulares arquitecturas tradicionales que se hallan en el valle de Apulia en Italia, una sociedad agrícola trabajó ahí la tierra, plantando olivares y almendros y creó las estructuras de piedra llamadas Trulli, únicas en el mundo, cuyas formas cónicas nos transportan a las civilizaciones del neolítico.

Edificaciones construidas en piedra con formas cónicas como tejado, llamadas Trulli, estas viviendas tienen una arquitectura única en el mundo.

Edificaciones construidas en piedra con formas cónicas como tejado, llamadas Trulli, estas viviendas tienen una arquitectura única en el mundo.

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