La firma Artchimboldi nació hace más de quince años en Barcelona con el objetivo de cambiar el diseño y la percepción de los espacios de trabajo y convertirlos en entornos más inspiradores que estimulen la creatividad, la convivencia y el bienestar de los equipos humanos. Ahora ha trasladado este concepto a la isla de Menorca transformando una antigua escuela de niñas en el pueblo de Sant Lluís en un retiro para empresas acogedor que fomenta la cercanía y la apertura de mente. La elección de Menorca tiene también que ver con los vínculos familiares de la fundadora de la firma, Anna Truyol.
El proyecto de arquitectura de Emma Martí ha remozado un edificio de 1900 que estaba catalogado pero en estado de completo abandono. Se persiguió una intervención mínima, que permitiera conservar la historia, las vivencias y el alma del espacio. En un ejemplo, las paredes de marés, llenas de imperfecciones, se dejaron en su estado original y se pintaron de blanco para conservar la textura del muro.
Para conseguir unos espacios diáfanos, definidos por el carácter de sus materiales y especialmente por sus volúmenes, se eliminaron todos los elementos que no eran propios del edificio original. La planta baja se planteó como espacio de estar y cocina con salida a un patio exterior. La planta superior está proyectada como un espacio de descanso. Basándose en la filosofía creativa de Artchimboldi, en lugar de la partición convencional en varias habitaciones con lavabo se optó por desarrollar ocho cubos-dormitorio fabricados con pino de Flandes. También aquí se conservaron los diferentes pavimentos existentes que dibujan las diferentes estancias del edificio original.
Artchimboldi Menorca pretende crear un oasis desde el cual los directivos de empresa puedan alejarse del día a día y reconectar con el propósito de la compañía, sus valores y el crecimiento personal de sus empleados. "Es un espacio que ofrece un paso más en esta nueva cultura de empresa aportando belleza, funcionalidad y creatividad en un marco natural y humano tan especial y singular como es el menorquín”, explica Anna Truyol.