7 joyas de la arquitectura moderna española desaparecidas bajo la piqueta

La desidia, el olvido y la especulación han acabado con edificios de valor singular que hubieran merecido otro destino. Recordarlos es no volver a cometer los mismos errores.

David Quesada
David Quesada

Redactor jefe de Arquitectura y Diseño

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laboratorios jorba madrid Miguel Fisac

01 Laboratorios Jorba, Madrid, Miguel Fisac

Conocido popularmente como La Pagoda por evocar los templos del Lejano Oriente, la que fue sede de los laboratorios Jorba junto a la N-II en Madrid suele esgrimirse como el ejemplo más doloroso de incomprensión hacia el patrimonio arquitectónico moderno español. Construido en 1965 y derribado en 1999, es un fiel reflejo del dominio del hormigón por parte de su diseñador, Miguel Fisac, uno de los arquitectos españoles más importantes de la segunda mitad del siglo XX. De hecho, fue uno de los tres proyectos españoles, junto con el de Ricardo Bofill y el de Lluís Clotet, que formaron parte de la exposición Transformations in Modern Architecture, que se llevó a cabo en el MoMA de Nueva York en 1979. Aunque nunca olvidada del todo, la figura y contribución de Fisac está siendo reivindicada con fuerza en los últimos años gracias a iniciativas como el Open House Madrid, que en 2019 le dedicó un homenaje.

 

 

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02 Frontón Recoletos, Madrid, Eduardo Torroja y Secundino Zuazo

Levantado en la confluencia de las calles Villanueva y Cid de la capital española e inaugurado en febrero de 1936, el Frontón Recoletos fue la mayor estructura de este tipo construida en Europa hasta la fecha. Tenía una capacidad de hasta 2.300 espectadores y destacaba por la cubierta, formada por dos bóvedas cilíndricas de cañón asimétricas realizadas con hormigón, una muestra de la pericia del arquitecto Eduardo Torroja, quien contó con la colaboración de Secundino Zuazo. Durante la Guerra Civil la cubierta fue seriamente dañada por los bombardeos, siendo reconstruida por los ingenieros Fernández Casado y Romero utilizando elementos metálicos, lo que hizo que el edificio perdiera parte de su originalidad. Finalmente, en 1974 se llevó a cabo su derribo, siendo sustituido por edificios de viviendas. Al menos, nos cabe el consuelo de que el mal recuerdo de su demolición haya provocado que otra infraestructura similar, el frontón Beti Jai, una joya de estilo mudéjar de finales del siglo XIX diseñada por Joaquín Rucoba y construida en el barrio de Chamberí, y que estaba casi en ruinas, no siga sus pasos y se haya acometido su reconstrucción bajo la dirección de la arquitecta Mariluz Sánchez.

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03 Altar del Congreso Eucarístico de Barcelona, Josep Soteras

Aunque fue una instalación efímera levantada con ocasión del XXXV Congreso Eucarístico Internacional que tuvo lugar en Barcelona del 27 de mayo al 1 de junio de 1952, el altar que diseñó el arquitecto municipal Josep Soteras en colaboración con los arquitectos Vilaseca y Riudor y que se levantó en la avenida Diagonal –entonces avenida del Generalísimo– hubiera merecido salvarse de la piqueta por su indudable valor arquitectónico y emblemático de un periodo histórico señalado por el fervor religioso, la autarquía económica y el incipiente desarrollismo urbano bajo el régimen franquista. El altar se concibió como un gran círculo –emblema eucarístico– sostenido por tres apoyos –fe, esperanza y caridad–, simbolizados por la cruz de 35 metros de altura y por los dos mástiles de apoyo de la estructura, procurando dar la máxima sensación de ingravidez y ligereza para acentuar la espiritualidad de la obra.

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04 Mercado de Olavide, Madrid, Francisco Javier Ferrero Llusía

Otro ejemplo de la "crueldad" de Madrid con su patrimonio arquitectónico es el mercado de Olavide, diseñado por el arquitecto municipal Francisco Javier Ferrero Llusía, que en 1934 sustituyó al anterior mercado proyectado por Eduardo Adaro e inaugurado en 1876. De planta octogonal, el proyecto de Ferrero Llusía se configuraba con varios prismas que se iban escalonando hasta concluir en un patio central que favorecía la ventilación. Construido con hierro y hormigón, seguía el estilo racionalista surgido tras la Primera Guerra Mundial. Para Antonio Areán Fernández, Jose Ángel Vaquero Gómez y Juan Casariego Córdoba, autores del libro Madrid. Arquitecturas perdidas 1927-1986, el mercado de Olavide era "una obra de fuerte sabor expresionista, uno de los ejemplos más brillantes de la arquitectura madrileña". Pero eso no le salvó de ser demolido en noviembre de 1974 –en la imagen se ve la secuencia de la demolición– pese a la oposición de comerciantes, vecinos e incluso el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, que estaban a favor de su recuperación. El trágico destino de este y otros edificios de este artículo contrasta con la vigencia de otro clásico de la arquitectura contemporánea española, el edificio de viviendas conocido como la Muralla Roja en Calpe (Alicante), diseñado por Ricardo Bofill y construido entre 1968 y 1972, una de las arquitecturas más "instagrameadas" de nuestro país y escenario recurrente de documentales y campañas publicitarias.

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05 Edificios de la SEAT en Barcelona, César Ortiz-Echagüe y Rafael Echaide

Para el imaginario español, la SEAT fue la responsable de la "motorización" de nuestro país a partir de la década de los sesenta con el icónico modelo 600. Pero el papel de la firma automovilística en la modernización española fue más allá. Su fundador y presidente, César Ortiz-Echagüe, de formación arquitecto, quiso que los edificios e instalaciones de la compañía también encarnaran esa modernidad con un estilo alineado con las corrientes y lenguajes de la época. Un ejemplo es el conjunto que diseñó en 1958 en colaboración con Rafael Echaide para la sede de la marca en Barcelona, en la plaza Ildefons Cerdá. El trabajo mano a mano con ingenieros aeronáuticos e industriales y la profunda admiración hacia Mies van der Rohe –la referencia a su torre Seagram en Nueva York es inevitable–, les permitió apreciar las bondades de la arquitectura flexible y racional, exenta de elementos accesorios, así como las posibilidades estéticas del muro cortina y la estructura y las instalaciones al desnudo. Aunque no han sido derribados, su transformación en edificios de viviendas ha borrado por completo su valor arquitectónico original.

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06 Piscinas La Isla, Madrid, Luis Gutierrez Soto

Las piscinas de La Isla fueron diseñadas por Luis Gutiérrez Soto en 1931 dentro de una política constructiva impulsada por las autoridades republicanas que giraba en torno al ocio. El edificio, diseñado como si fuese un barco varado en mitad del río, se construyó en mitad de una isla del río Manzanares, uniendo Madrid con la Casa de Campo. Durante la Guerra Civil la estructura quedó bastante dañada. En 1947, tras un desbordamiento del río, la piscina dejó de utilizarse, para ser clausurada de forma definitiva en 1954.

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07 Quiosco-auditorio Herriko Plaza, Barakaldo, César Sans Gironella

Se podría pensar que los grandes edificios e instalaciones son más propensos a sufrir los embates de la especulación, pero también ha habido proyectos de escala más reducida que han corrido la misma suerte. Es el caso del quiosco-auditorio Herriko Plaza en Barakaldo (Vizcaya), conocido popularmente como La Rana. Fue diseñado en 1964 por el arquitecto César Sans Gironella como "un paraboloide hiperbólico apoyado en sus dos extremos, contrapesando sus dos voladizos y abocinando el mayor hacia el auditorio para encauzar el sonido". En sus acusados voladizos había ecos de la terminal de la TWA del aeropuerto JFK de Nueva York proyectado por Eero Saarinen e inaugurado solo dos años antes, o de la Ópera de Sidney de Jørn Utzon, cuyo diseño original data de 1957, aunque no se concluyó hasta 1973. A pesar de su indudable interés arquitectónico, fue demolido en 1997. Otro proyecto de escala reducida que no se salvó del derribo en 2017 fue la Casa Guzmán en Algete (Madrid), obra maestra de otro arquitecto español fundamental de la segunda mitad del siglo XX, Alejandro de la Sota.

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