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"Es muy doloroso separarte voluntariamente de alguien a quien todavía quieres, aunque sea la única salida que tienes para sobrevivir. Eso sí está en mi biografía”, con esta sinceridad Pedro explica este precioso momento. En ella, aparece el cuadro “Ninfa y Sátiro”, de Guillermo Pérez Villalta. El pintor nació en Cádiz en 1948 y es, además, escultor y arquitecto. Ganó el Premio Nacional de Artes Plásticas de España en 1985.
 

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En esta escena, así, a bote pronto, adivinamos: una cómoda de mariposas de Fornasetti (propiedad del director) y, en la pared de la derecha, el cuadro “Las Costureras”, de Sigfrido Martín Begué. El pintor y diseñador, también arquitecto, estuvo vinculado artísticamente en sus orígenes a la Movida madrileña y al grupo de artistas conocido como «los esquizos de Madrid», creadores de la denominada Nueva Figuración Madrileña.

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Esta obra es fundamental para la historia que se cuenta. La realizó Jorge Galindo y te recomendamos especialmente este pintor, con dos obras en la colección del museo Reina Sofía. Desde 1999 vive y trabaja en Toledo. Un secreto: El niño sí es Almodóvar; el cuadro es anterior al rodaje; fue un encargo personal de Pedro. Bravo por el respaldo del director a los artistas patrios.
 

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Otro de los escenarios a tener en cuenta es el refugio del actor interpretado por Asier Echeandía. No sólo hay piezas de Corey Ellis, artista abstracto que, principalmente, trabaja con clavos cuadrados y acero desnudo para crear esculturas impresionantes. También hay el cartel “La Gata sobre el tejado de zinc”, diseñado por Juan Gatti. Por cierto, con la cuenta de Instagram de Gatti vas a ver los días con mucha más alegría. El sofá bien de uso hace el resto.
 

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"Es la película en la que más hablo de los 80. Era necesario, porque es la época en la que el personaje de Antonio Banderas se nutre para lo que será después”, se confiesa el Manchego. Vayamos por partes: aquí se ve mejor el cuadro “Las Costureras”, de Sigfrido Martín Begué y, a la derecha de la imagen, “El olfato - Santa Casilda”, también de Martín Begué.  Pero aún hay más. Esculturas de Dis Berlin, el artista autodidacta soriano, que reconoce la importancia que han tenido la literatura, el cine y la música en su formación. La impresionante colección que exhibe Salvador Mallo (Antonio Banderas) pertenece, en su mayoría, al cineasta.
 

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Esta es la cocina a la que nos referíamos, una reproducción exacta de la del autor. A ella se entra por puerta de vidrio de Patricia Urquiola, que es la misma que el director tiene en su casa. Banderas, cuya casa prefabricada ya te mostramos, con un libro del fotógrafo Cecil Beaton en el que se ve el retrato de Edith Sitwell. ¡Ah! Ya puedes ir abriendo la agenda para el 13 de marzo de 2020: Caixa Forum proyecta el documental Love, Cecil
 

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Este escritorio podría salir en cualquier revista como “el lugar de trabajo de”. En este caso, de alguien que Almodóvar reconoce como “real”, su asistente Lola García (en la película es Mercedes, la actriz Nora Navas). La crema de Neutrogena es un plus, igual que el portátil Apple, pero, al fondo, encima de la cómoda, destaca la obra “Corazón”, de la paraguaya Ana Barreto.

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Los objetos se mezclan unos con otros. Una taza de Hermès con una tostadora de Smeg, edición limitada Dolce&Gabanna y libros. Todo en, sí, ¡una cocina roja! Aunque la estética del filme es austera, el colorido sigue siendo su seña de identidad. En la escena, Salvador con su mano derecha, la amiga leal, con la que se puede contar y no pide explicaciones.
 

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En el interior del camerino con Asier Etxeandia y Leonardo Sbaraglia. Sigue oliendo a Gatti por todos lados, como en ese pequeño cartel que representa un corazón sobre fondo azul celeste y que está pegado al espejo, arriba a la derecha. ¿Somos o no somos detallistas? El póster grande y amarillo es el cartel “Hamlet”, también de Gatti.
 

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Este frame es uno de los momentos más emotivos (Almodóvar o Salvador con su madre ya mayor) y no podía faltar su toque: la lámpara de la mesita, la Eclisse de Artemide, que fue diseñada por el italiano Vico Magistretti en 1967. Asimismo, es un reencuentro del director con la magnifica Julieta Serrano.
 

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La casa de la infancia del director, una casa-cueva de Paterna, aunque Pedro pasó su despertar vital en Calzada de Calatrava. Si quieres visitarlas, se realizan visitas guiadas, exposiciones, y alguna está en AirBnB. Hay que advertir que la luz solo entra por arriba. De aquí destacamos las baldosas de la cocina, los geranios, las sillas de madera, hasta el cubo rojo debajo de la pica “para que no gotee”.
 

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Un fruta. La pera. Un nombre. Enzo Mari. Un año. 1963. El diseño forma parte de su "Serie della Natura". Una hermosa serigrafía de gran tamaño. Mari es un racionalista estético, un inconformista, que reduce las formas al mínimo buscando la belleza simple.

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Llenas de libros, así son casi todas las viviendas que se proponen. Y, como una imagen vale más que mil palabras, en esta se resumen un sinfín de iconos: cortinas de Missoni, en la salida a la terraza del final; el reloj de George Nelson para Vitra, en la pared de la derecha. De la misma manera, la obra “Eros y Psique” de alguien que ya hemos visto (Guillermo Pérez Villalta), encima del aparador de madera reciclada de Piet Hein Eek. En la otra pared, el cuadro “Filósofo”, de Dis Berlin y, al fondo, en la esquina, antes de llegar al salón, escultura “Industrial Urbano”, del valenciano Miquel Navarro.
 

Dice que Dolor y Gloria supone el cierre de una trilogía de la que también forman parte La ley del deseo (1987) y La mala educación (2004). Todas ellas protagonizadas por personajes masculinos, directores de cine, y en las que el tema central son la ficción y el deseo.

Y es que, en su 21ª película, con un rodaje que acabó incluso antes de tiempo, Almodóvar revela cómo las enfermedades (mentales –ansiedad-, físicas -migrañas, faringitis, tendinitis, dolores de espalda- y del corazón), forman un pasaporte de la vida.

Ha llegado el momento de saldar cuentas, perdonar y salvarse a uno mismo. Porque las comparaciones con la propia biografía del director son inevitables. Él alega que esto es lo de menos, que la narración es fruto de un cumulo de experiencias, propias y ajenas.



En uno de sus proyectos más personales y desnudos, Pedro Almodóvar se abre en canal y, una vez más, abre también una puerta a ese mundo estético que lo representa.

Por su parte, el decorador Antxon Gómez recreó para el hogar de Salvador (Antonio Banderas), el protagonista y alter-ego de Pedro, la casa que el director tiene frente al Parque del Oeste, de Madrid. De hecho, algunos de los muebles son suyos y la cocina, por ejemplo, es una reproducción exacta. Un detalle: en los títulos de crédito se citan las piezas que aparecen.