Desde hace años Kodak vive un proceso de reestructuración que lo ha tenido apartado de la actualidad, hasta este 2018. En enero anunciaba con orgullo que empezaba a circular su propia criptomoneda: la KodakCoin. Un giro inesperado que triplicó su valor de mercado en apenas unas horas. Poco después fue el rediseño de la cámara Super 8 lo que ocupó los titulares. En el CES 2016, Kodak enseñó un prototipo de la mítica cámara que hasta ahora no se había materializado. Aún si fecha de venta, pero con mucho material audiovisual que confirma un diseño y unas prestaciones actuales con aire vintage.

La nueva pantalla LCD de 3,5 pulgadas sustituye al antiguo visor.

La nostalgia siempre ha sido un negocio productivo y Kodak es consciente de ello. El rediseño, de lo que fue probablemente su buque insignia, ha sido una jugada maestra que tenía que estar a las altura de los tiempos. El diseño corre a cargo del inquieto Yves Behar. Había que revivir un clásico rescatando todos los conceptos analógicos posibles y al mismo tenía que convivir con un acabado digital que invitara a los usuarios más jóvenes a formar parte de una comunidad ya creada, y esa es una de las especialidades del joven profesional, responsable de otros proyectos de rediseño.

Super 8 de Kodak.

El resultado final ha conquistado a los fanáticos de la fotografía y el diseño por su carácter innovador sin dejar de ser reconocible. La mítica empuñadura baja sigue formando parte del conjunto, sin embargo, en las primeras presentaciones del producto, la marca ha preferido mostrarlo con mango ergonómico en la parte superior que le da un aire más callejero y una funcionalidad más informal. El cuerpo de la cámara lo compone una discreta pantalla LCD de 3,5 pulgadas que sustituye el pequeño visor del primer modelo, un puerto USB, soporte de lentes de montura C y micrófono digital para grabar el sonido en una tarjeta SD.

Vendrá integrada con un objetivo Ricoh 6 mm f1.2 y una montura C tradicional.

El formato de almacenamiento se ha respetado, no sin mucha controversia, ya que se ha mantenido los cartuchos de cinta como los originales de 1965. Desde Kodak Darkroom, su plataforma para compra y procesado de películas, se hará todo el trabajo de conversión a formato digital para que el usuario pueda descargarlo en un tiempo estimado de 24 horas, además de recibir de vuelta la cinta como recuerdo.

Super 8 con la empuñadura clásica.

La película resultante respirará ese aire retro que vuelve a ser tendencia: formatos cuadrados, resolución baja, tonos suaves y un precioso grano desigual que ya forma parte de la identidad visual de varias generaciones. Kodak quiere recuperar el formato de cine doméstico con mucha clase y dirigiéndose a un publico muy concreto.

La nueva Super 8 costará, según los responsables de la firma, entre 2.500 y 3.000 dólares, un verdadero capricho en todos los sentidos. El cineasta Nick Green ha certificado -con un pequeño video de prueba– que Kodak recupera su esencia mejorando la experiencia del usuario con un producto excelente y que no dejará indiferente a nadie. La firma estadounidense no estaba muerta, estaba de mejoras.