El cine de los ochenta puso mucho empeño en imaginar el futuro actual como un escenario lleno de coches voladores, viajes al espacio y robots. Y si bien es cierto que se pasaron de entusiastas en sus previsiones, hemos alcanzado un nivel de producción e innovación en los últimos 10 años que supera las expectativas de los últimos años. Internet ha sido el gran catalizador de esta revolución incipiente y ha traído consigo nuevas maneras de compartir, construir y entender la información que luego convertiríamos en productos de consumo.

Un gran ejemplo de ello es la coexistencia de los usuarios con los robots. Es cierto que estamos lejos del androide domestico que promete ser el nuevo producto de bienestar y salud para los usuarios, pero desde hace algunos años ya contamos con robots que nos facilitan nuestro trabajo en casa o electrodomésticos dotados de inteligencia artificial que no solo benefician individualmente, sino que están adaptados a generar la menor huella ecológica posible.

El ultimo robot que quiere meterse en nuestros hogares es el Scribit. Este pequeño aparato puede dibujar y borrar en la pared un número infinito de veces, lo que significa que la decoración de esta superficie puede tener un acabado completamente profesional y personalizado en unos pocos minutos. Además, su instalación y funcionamiento es tremendamente intuitivo: solo son necesarios dos hilos para colgarlo y, desde la aplicación, mandar el diseño que hayamos seleccionado previamente para que Scribit lo dibuje en unos pocos minutos.

Scribit.

Las posibilidades son infinitas en cuanto a diseños, porque si bien es cierto que la aplicación tiene una amplia gama de plantillas, se pueden seleccionar diseños propios. Potencialmente es un robot que está pensando con uso domestico, pero que también encaja perfectamente en restaurantes, hoteles, oficinas o centros de escolares. Su versatilidad lo convierte en un compañero ideal para fomentar la creatividad de los espacios y el diseño de interiores.

La gran pregunta ¿y cómo funciona? El núcleo de su tecnología es un motor rotativo que permite moverse con libertad por la superficie lisa de la pared y seguir el patrón de diseño que hayamos marcado. Como su fuerza de sujeción es muy alta puede, en pleno proceso, cambiar los colores del dibujo sin que esto genere imperfecciones en el resultado final. A la hora de borrar aumenta la temperatura del cabezal superior y rápidamente acaba su tarea sin dejar marca, ni tampoco estropear la pared. Los marcadores de Scribit, aunque diseñados ex profeso, no son los únicos que podremos usar, aunque si son los recomendados por el fabricante.

Scribit.

Aunque aún no está a la venta, sus desarrolladores prevén que para final de año conseguirán mandar los primeros modelos. En el ultimo Salone del Mobile de Milán tuvieron la oportunidad de presentarlo en un pabellón especial en el que acogió a medios y curiosos que quedaron impresionados con el resultado, sus posibles usos en el campo del diseño y la evolución de la empresa, que ya anunciado que pronto presentará un segundo modelo mejorado, pero para al que aun tendremos que esperar un tiempo.

Este proyecto surge gracias a su creador, Carlo Ratti, un profesor del MIT que recurrió a la plataforma Kickstarter para financiar mediante crowdfunding su trabajo. Desde hace semanas el proyecto está ampliamente financiado por los más de mil mecenas que han contribuido a que se haga realidad. Este es solo uno de los miles de prototipos que han salido adelante gracias a la economía colaborativa, lo que obliga a toda la industria a tener muy en cuenta el nuevo talento que se desarrolla en las plataformas. Puede que no tengamos lo que la ciencia ficción nos prometió, pero vivimos en un presente de revolución de garaje, como los expertos lo han denominado, y viene para superar los limites de lo que imaginamos.