Luisa Granero, de modelo a escultora

Luisa Granero nació en Barcelona en 1924 en el seno de una familia humilde. Su madre y su tía hacían de modelo para algunos pintores como Ramón Casas. Ella, para sobrevivir, empezó haciendo lo mismo.

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A los nueve años, aún no había podido ir al colegio. Entre los 10 y los 15 consigue ir a clase y, a los 16, logra que la apunten a l'Escola d'Arts i Oficis de Barcelona. Allí, aprueba los cuatro cursos en un año para poder lograr su objetivo: matricularse en la Escuela Superior de Bellas Artes. Sus compañeros la llaman "la chica del membrillo" porque muchos días, eso es lo único que lleva para comer.

Con el dinero que gana como modelo, paga sus estudios superiores y alterna el trabajo de modelo con el de ayudante. A los 25 años, se casa con el también escultor Enric Galcerà, que la apoya incondicionalmente y en 1942, gana su primer premio en el Primer Salón de Juventud de Madrid". Obra: Figura de pie.

El día que cumple 40 años gana la Cátedra de Modelado y Composición de Bellas Artes en la Universidad, convirtiéndose en la primer mujer catedrático de escultura en España. "Al ser mujer, no lo tenía fácil, pero me lo dieron", dijo después de que el catedrático que estaba en su contra (por el hecho de ser mujer) perdiera el tren y no llegara a tiempo a Madrid para la votación final.

Hace su primera exposición individual en el templo del arte de la época, la Sala Parés, de la mano de un admirador incondicional, Joan Anton Maragall. A partir de entonces, su vida entra en una fase de éxitos, y combina exposiciones en diversas ciudades, con monumentos públicos tan importantes como el gigantesco “Genio de las Islas”, en Palma de Mallorca, o las fuentes del barcelonés Palacete Albéniz, la Virgen del Palacio de la Virreina, las fuentes de Zaragoza… En la foto, Figura Sentada, de bronce.

En 2006 ingresa en la Reial Acadèmia Catalana de Belles Arts de Sant Jordi, en Barcelona. Antes, había sido nombrada también académica de la Academia de Santa Isabel de Hungría, en Sevilla, y en la de San Fernando, en Madrid. Y a la vez, es miembro de la “National Sculpture Society”, de Nueva York.

“He luchado mucho. A veces no puedo creer lo que he conseguido, viniendo de donde vengo y en la época en la que nací… Una mujer en los años cuarenta, de origen humilde, no lo tenía fácil para ser escultora. Pero ésa ha sido mi fuerza… ¡Y he sido feliz!" En la fotografía, en el taller Pomaret.

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“Para mí, el arte no es una moda. Hay que encontrarse a uno mismo profundizando. ¡Amo tanto el Arte! Y odio la gratuidad. Con Enric Mojo descubrí que el artista está en uno mismo y que el arte no es la copia”. Obra: Mediterránea (1980).