Hans J Wegner

El gran diseñador danés Hans J. Wegner (1914-2007) es el padre de un legado emocionante en forma de muebles que asombran por su vigorosa actualidad (ahí está la silla CH24 Wishbone, un clásico, para demostrarlo). Encontró en la madera el material idóneo para expresar un diseño que conjuga la sencillez, la confortabilidad y la ergonomía. Su herencia, inagotable, crece con el tiempo.

Hans J Wegner

Hans J. Wegner fue, sin duda alguna, uno de los más destacados diseñadores del siglo xx. Un gigante del diseño moderno, que alcanzó fama universal en la década de los años cuarenta gracias al enorme talento del propio Wegner y de otras figuras destacadas como Arne Jacobsen, Poul Kjaerholm, Poul Hennignsen o Verner Panton. Después de la segunda guerra mundial, todos ellos supieron ofrecer al público justo lo que anhelaba para, en plena posguerra, empezar “de nuevo”: funcionalidad, belleza y calidad.

Wegner nació en 1914, en el sur de Jutlandia. Era hijo de un zapatero, quien puso a su disposición sus propias herramientas para que aprendiera a trabajar la madera y se convirtiera en un buen ebanista. Su pericia para trabajar ese material le llevó a Copenhague, donde estudió en la Escuela de Artesanía. De allí pasó a trabajar como ayudante de Arne Jacobsen.

En 1943 abrió su propio estudio en Aarhus, donde alumbró la silla China, una pieza en la que se halla el germen de sus sillas posteriores, como  la silla Y (CH24), que sigue produciendo Carl Hansen & Søn, y que se mantiene tan esplendorosa y bella como cuando vio la luz en 1950, ya en el estudio de Wegner en Copenhague. A ésta le  siguieron la CH25 en el  mismo año; la CH29, en 1952, y la CH20, en 1956, y hasta 400 más.

Muchas de ellas siguen amueblando hogares y espacios públicos transcurridos más de 50 años. Los diseños del maestro se caracterizan por la robustez que le proporcionan unas líneas casi transparentes y  por su respeto por la madera, su material favorito: “El amor por la madera es algo que toda la humanidad comparte”.

Organicismo, serenidad, calidez, naturalidad, sentido común y amor por el prójimo son también otros importantes ingredientes de su trabajo. Deseaba que sus diseños llegaran a todo el mundo, que el confort y el lujo estuvieran al alcance de la gente “corriente”. Es una ironía que sus sillas puedan alcanzar altísimos precios en las subastas. Para él, tan modesto, eso fue una desilusión.

 

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