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 MG 4469.

Es una casa que contempla el paisaje con actitud respetuosa

 MG 4422.

Los cubos de acero cortén rompen la uniformidad de la fachada blanca. Las sillas de la colección Natal están diseñadas por Studio Segers para la firma Tribù. La mesa y los taburetes son de la colección Cubrick Afro, de Bastalpe.

 MG 4534.

Sobre el sofá, los cojines Reticulum, adquiridos en Matèria, y el plaid, de Teixidors. Alfombra, de Danskina. Jarrones de vidrio, de Inventory; los de colores son de Rosa Cortiella. La lámpara de pie es la Akari, de Isami Noguchi para Vitra, y la butaca es la Butterfly, de Bonet, Kurchan, Ferrari para Ededis.

 MG 4698.

El baño también se ubica en uno de los cubículos revestidos de madera. Sanitarios, de Lanik y Brikoceramic. Grifería, de CEA. Los accesorios se han adquirido en Matèria y el jarrón, en Habitat.

 MG 4737.

Como el resto de mesas, la de trabajo también es un modelo singular del propietario, así como la lámpara. Las sillas son el modelo Houdini, diseñadas por Stefan Diez para e15. El plaid es de Teixidors, adquirido en Matèria.

 MG 4574.

Electrodomésticos, Gaggenau. El sal pimentero y los boles con mango de madera son de Habitat.

 MG 4577.

El mobiliario de color gris antracita es de Santos.

 MG 4911+122.

Los revestimientos en piedra natural integran la entrada con el entorno.

 MG 4818.

La vegetación típicamente mediterránea rodea la vivienda presidida por una escalinata que salva la irregularidad del terreno.

 MG 4622.

La cama del dormitorio principal ha sido diseñada por los propietarios, así como las mesillas de noche. La ropa de cama es de Canovas Bahamas. Los cojines se han adquirido en Matèria.

En plena comarca barcelonesa del Maresme, rodeada de pinos y haciéndose hueco en un terreno muy irregular a través de una escalinata, se encuentra esta casa construida originariamente según los postulados del Movimiento Moderno interpretados bajo la luz del Mediterráneo. El estudio Lagula afrontó su reforma con el objetivo de actualizar la línea de estilo y el uso preexistente, proponiendo una vivienda unifamiliar para el día a día, de la que tan solo se han conservado los nodos funcionales, como estructuras y bajantes.

Los arquitectos plantearon una intervención a base de cubos de acero cortén que intersectan el programa original, generando una proyección simétrica de miradores hacia el exterior que vinculan la casa con la naturaleza y nuevas estancias en el interior que recalifican la distribución. Espacios diferenciados, pero integrados con el resto de la casa: suite principal, dormitorio infantil, baño y despacho se alzan abiertos, de cara a la pineda, sin complejos, celebrando la alegría de vivir. En realidad, a pesar de su condición de nuevos elementos, los cubos incrustados parecen materializar una potencialidad que ya estaba allí, la de la mirada sobre el paisaje.

Para el equipamiento interior se ha tenido en cuenta la presencia de niños, y por este motivo se han empleado piezas de mobiliario robusto, sin elementos que puedan entrar en conflicto con las características de sus pequeños habitantes. Y por supuesto sin renunciar un ápice a un diseño que compagine funcionalidad y buen gusto, denotado entre otros detalles con la presencia de obras de arte contemporáneas como el grafiti de Richard Mirando Seen colgado en la pared principal del estar.

Los textiles, equilibrados entre el lienzo neutro de las paredes de obra y la calidez de la madera de los cubículos, aportan un toque de color que rompe la continuidad tonal del conjunto. Y al final, la fría geometría de la construcción original acaba diluida bajo una pátina templada de mediterraneidad aportada en parte por la intervención arquitectónica, en parte por una vegetación inconfundible y la luz de un sol que brilla como en ningún otro lugar.