Hasta que General Motors no introdujo en los años 30 la caja de cambios estándar, pasar de una marcha a otra exigía bastante pericia. Con las sombrillas, parece que aún vivimos en esa época previa. Cada una tiene su truco y se podría decir que son un arma de doble filo, pues nunca se sabe lo que puede pasar al abrirla o cerrarla.

Sus formas orgánicas integran toda la ingeniería del proyecto

Solo un ingeniero podía llegar a una inteligente solución y en el caso de Kris Van Puyvelde se combina el perfil técnico con la sensibilidad para la apariencia de las cosas. Jefe de diseño de Royal Botania, firma de mobiliario de exterior belga que este año cumple su 25 aniversario, pasó varios años detrás del lanzamiento de la sombrilla Palma y el esfuerzo ha tenido premio: un Red Dot Award.

Los brazos no necesitan ningún soporte para mantenerse anclados al mástil

Se acciona casi sin tocarla, un mecanismo perfectamente integrado en el propio diseño de la sombrilla, del que no se percibe ni un indicio del mismo. Su concepción orgánica recuerda al abrirse a un clamidosaurio de King –ese lagarto que despliega otra sombrilla en su cuello cuando se siente amenazado– y tiene un por qué: los brazos no necesitan ningún soporte para mantenerse anclados al mástil. La base es la que incorpora el mecanismo, que funciona con un chute de gas a través del tubo de aluminio hueco y eso hace posible que con solo presionar con los dedos hacia dentro o fuera se abra a o cierre.