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Sin embargo, a medida que se acercan los Juegos Olímpicos 2020 de Tokio, el destino de este edificio único pende de un hilo. El año pasado, una sociedad limitada compró el terreno donde se erige la torre y anunció su intención restaurarlo, aunque prohibiendo las ventas de futuras cápsulas. Hace poco más de un mes, la agencia de noticias Jiji Press informó que una compañía extrajera esta en negociaciones para adquirir los derechos sobre el terreno y, posiblemente, salvar la torre. 

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El famoso ejemplo de la arquitectura Metabolista japonesa se dirige desde hace años hacia la demolición, pero ahora se ve un posible indulto en el horizonte. Situado en el barrio comercial de Shinbashi, Tokio, el edificio Nakagin Capsule Tower destaca sobre todos los demás. Esta obra de 13 pisos de altura, realizada en 1972 por el fallecido arquitecto nipón Kisho Kurokawa, se compone de pequeñas cápsulas de metal, cada una con una ventana redonda. Este complejo de apartamentos y oficinas, parecido a un amasijo de lavadoras apiladas, posee un estilo retro y futurista.

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El edificio fue originalmente encargado por Torizo ​​Watanabe, presidente de la empresa inmobiliaria Nakagin. Este empresario quedó impresionado con los diseños de Kurokawa en la Expo Mundial de 1970 en Osaka y quería ver una obra importante realizada por él en Tokio.

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La torre fue construida, ensamblada mejor dicho, con 140 unidades prefabricadas de acero. Estos cubículos estaban conectados a uno de los dos núcleos de hormigón del edificio con pernos de alta tensión. Kurokawa pretendía que las pequeñas cápsulas se reemplazasen según fuera necesario, pero, como ya hemos dicho, no ha sido así.

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Y es que vivir en un edificio tan vanguardista como el Nakagin Capsule Tower no es fácil. Cada cápsula es una habitación de únicamente 10 m² con un pequeño baño (plato de ducha, lavamanos y lavabo) y una doble ventana circular, que es justamente lo que hace que parezcan lavadoras apiladas unas encima de las otras.

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La Nakagin Capsule Tower es uno de los mejores ejemplos supervivientes del Metabolismo, un movimiento arquitectónico de la posguerra en Japón. Esta corriente veía a los edificios no como estáticos sino como regenerativos, y sus arquitectos planearon megaestructuras compuestas de partes permanentes y caducas, para que pudieran evolucionar con el tiempo.

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La torre consta de 140 unidades prefabricadas, destinadas a ser reemplazadas a medida que se fueran desgastando con el tiempo. Así se concibió. Pero la realidad es que después de más de cuatro décadas, ninguna de las cápsulas ha sido reemplazada y el edificio se ve cada vez más decrépito. Muchas de las unidades han sido cuidadas por sus propietarios, pero otras tantas no, así que la imagen que ofrece a día de hoy es de deterioro. Actualmente tan solo 30 cápsulas están ocupadas como viviendas, mientras que algunas pocas más son usadas como trasteros o pequeños almacenes de oficinas.

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Como se describe en la obra Metabolista "Propuesta para un nuevo urbanismo" (1960), "consideramos a la sociedad humana como un proceso vital, un desarrollo continuo de átomo a nebulosa. La razón por la que usamos la expresión metabolismo biológico es que creemos que el diseño y la tecnología deberían denotar la vitalidad humana, en perpetuo cambio, y dar las facilidades para adaptarse a ello".

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Con los años, el entusiasmo de su precursor por el edificio disminuyó junto con su estado de reparación. En 2007, la gerencia del edificio aprobó planes para su demolición, citando condiciones de deterioro y la presencia de asbesto, pero la empresa que se iba a encargar del derribo y reurbanización, entró en quiebra y se postpuso. Hasta que, en 2014, se llegó a otro punto crítico en el que no se veían fórmulas de preservar el edificio a un coste de mantenimiento razonable. Aún así, la propiedad no puede destruirse sin la aprobación de al menos cuatro quintos de los propietarios de apartamentos. Tatsuyuki Maeda, miembro del Proyecto de Conservación y Regeneración del Edificio de la Torre Cápsula Nakagin, espera que el edificio se salve tanto por su lugar en la historia de la arquitectura como por su popularidad entre los turistas. Maeda actualmente posee 15 cápsulas en el edificio y espera inclinar la balanza a favor de la preservación. A finales de este agosto, puso las posibilidades de supervivencia en aproximadamente 50/50.

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El alquiler de este pequeño espacio cuesta, además, unos 60.000 yenes (más de 440 euros al cambio). Estas dos características del edificio -tamaño y precio- son, de hecho, dos de los problemas principales para los que viven en las cápsulas.

Dada la importancia arquitectónica de este edificio, hay varios proyectos para mantenerlo en pie como el Save Nakagin Capsule Tower Project que, a través de una estrategia de crowdfunding, quiere comprar el máximo de cápsulas posibles del edificio y así detener su demolición, para posteriormente trabajar con arquitectos y diseñadores en la elaboración de un plan de rehabilitación.

Otra manera de mantenerlo con vida es usándolo como apartamento turístico. Muchos visitantes de Tokio quieren vivir la experiencia de alojarse en un apartamento icono del movimiento arquitectónico nipón de los 60.

Pero la realidad es que existen posturas enfrentadas. Están los que opinan como el crítico de arquitectura Julian Rose, que aboga por la preservación viendo la torre como un ejemplo nostálgico a un mundo de posibilidades no realizadas. Mientras que los defensores de la demolición ven un propuesta manifiestamente fallida para un modelo de vida urbana ahora obsoleto, una reliquia cuyo momento ha llegado. Y tú, ¿qué opinas?